El desarrollo cerebral de la personas está íntimamente relacionado con las experiencias de aprendizaje entre los 0 y 6 los años de vida. Por Soledad Aranda
Es fundamental presentarle al niño la educación como un camino de enriquecimiento humano, donde ellos puedan descubrir su manera de conquistar el mundo. Para esto es necesario tener adultos que tenga en cuenta al niño, sus propios ritmos y necesidades, y donde su actividad se atrape cada novedad, convirtiéndose en verdaderos protagonistas. Durante este recorrido no solo adquirimos herramientas académicas sino que crecemos como personas, adquiriendo recursos para enfrentar diversas situaciones vitales.
Es en la primera infancia donde el cerebro desarrolla los cimientos de su complejidad funcional, lo importante en esta etapa es que la gran cantidad de neuronas que poseemos al nacer establezcan sinapsis, conexiones en función de la ley del uso; si no es así desaparecen, mueren. Las habilidades motoras, afectivas, artísticas e intelectuales, todas, deben ser aprendidas en este periodo y luego conservadas mediante ejercicios acordes a cada etapa evolutiva.
El éxito en el aprendizaje no dependerá únicamente del nivel intelectual que haya alcanzado el niño, sino de su recorrido general, sus logros, a través de las actividades y experiencias vividas en el pre escolar. Las características de los jardines de infantes pueden determinar el desarrollo evolutivo del niño: el desarrollo afectivo, social y cognitivo; es de esta manera que el docente y la institución influyen en gran parte en el desarrollo. La educación ya no es solamente tarea de la familia, sino que se trata de una responsabilidad compartida con el centro educativo.
Otro punto muy importante para el desarrollo psicofísico del niño es recibir atención cariñosa. Esta consiste en potenciar los periodos sensitivos, que son los momentos oportunos en los que el niño asimila con facilidad determinados aprendizajes. De ahí la importancia de la educación temprana, que se basa en conocer donde centrar los esfuerzos educativos según las edades y estimularlos adecuadamente. El desarrollo neuronal dependerá de las recepciones sensoriales y de cómo son procesadas. Es decir, del estímulo. Cuando hablo de estimularlos me refiero a acompañarlos con nuestro apoyo para lograr autonomía, seguridad y confianza en sí mismo; alentar la iniciativa y toma de decisiones; desarrollar potenciales y ayudarlos a tomar conciencia del propio cuerpo; acompañarlos a conocer y disfrutar el entorno y de establecer una relación emocionalmente sana consigo mismo y con los demás.
La función de las familias y educadores, en este sentido, es de esencial importancia en el desarrollo del niño, y conlleva una gran responsabilidad: debemos tener en cuenta que el niño no puede elegir sus fuentes de alimentación intelectual, afectiva, social sino que son los padres y educadores los que debemos proveer la información necesaria para estructurar la organización inicial. Es clave entonces la importancia que tienen en la primera infancia, ya que serán en gran medida los responsables de la base para la formación en las diferentes áreas del desarrollo. Por tal motivo es necesario intervenir en la adaptación, ya que el modo en que ocurra se verá reflejado durante toda la vida.
Para los niños en edad preescolar, ingresar en el sistema educativo implica un gran cambio. Los pequeños deben enfrentarse al desapego de sus padres y a la nueva rutina que implica retomar la educación infantil. Como medida de resguardo, las instituciones establecen el período de adaptación para ayudar al niño en este proceso. El “período de adaptación” es el conjunto de medidas que buscan acompañar el proceso necesario para la separación familiar en el momento de empezar la escuela. Este proceso será diferente en cada niño dependiendo su vínculo primario el tipo de apego elaborado. Es fundamental este proceso ya que, ayuda a establecer el primer vínculo entre el niño y la institución. Es la primera impresión que el niño tiene de su nuevo espacio y cuidadores.
Es importante cumplir con el período de adaptación porque contribuye a generar confianza entre el niño e institución educativa. La empatía con los docentes ayudará al niño a minimizar los efectos del desapego. La ansiedad provocada por los nuevos estímulos se va controlando progresivamente. Para los pequeños todo es nuevo: la salita, las maestras, los juguetes, los compañeros, etc. Para familiarizarse con todo eso necesitan tiempo de los padres o familiar que estén dispuesto a acompañar al niño en sus primeros pasos. Necesitaran de un acompañamiento sin apuros, con calma y tranquilidad, sabiendo que esta separación, sin violencia, los llevaran al objetivo más importante en el jardín de Infantes: a vivenciar la escuela como un lugar seguro y confiable. Por lo tanto, el aprendizaje será más eficiente, la escuela se transformará en un lugar placentero, ayudando así a disminuir el sentimiento de abandono. El tiempo que al niño a adaptarse será diferente en cada uno. En síntesis, la posibilidad de acompañar a su hijo, cumpliendo con sus tiempos, creara un vínculo positivo entre el niño y la escuela. Es fundamental comprender que el niño no es un “objeto de cuidado” sino un sujeto pleno de derechos, a quien se lo debe escuchar y tener en cuenta sus opiniones, sin que esto desdibuje la posición de un adulto responsable. El sentimiento resultante de esta experiencia se extenderá a etapas superiores de la educación. Es por esto, que el tiempo invertido en este acompañamiento, podría ser la clave del éxito de su futuro.