
Por Padre Oscar Óssola
Cura Párroco de San Lorenzo, Salta
Fotos: Lisardo F. Maggipinto – Milagro 2020
Agradezco a REVISTA ABC la invitación para compartir este espacio con sus lectores, en este tiempo triste y dolorosamente extraño, raro, impensado, por la pandemia que en estas últimas semanas nos golpea con fuerza en nuestra Salta.
Con toda lógica, en Salta hemos vivenciado de una manera distinta la Fiesta del Señor y la Virgen del Milagro, y de dicha experiencia quisiera rescatar algunas notas que nos ayuden a vivir con fe y esperanza la situación actual. Desde hace 328 años, la Fiesta del Milagro nos recuerda que «somos del Señor y Él es nuestro». Septiembre es el mes de los peregrinos, de los que siempre caminaron con cansancios, fríos tremendos y calores insoportables, enfrentando vientos, cerros helados, ríos correntosos y noches interminables… ¡Pero con la certeza de que los brazos abiertos del Señor y las manitos tiernas de la Virgencita los esperaban! ¡Caminaron abrigados por EL MILAGRO de la solidaridad de quienes los acompañaban, atendían, recibían, aplaudían!

Este año no hubo pies cansados por peregrinar, tampoco ampollas, esguinces, insolaciones o chicos perdidos en la plaza. Este año 2020 el Señor y la Virgen sanaron y sanarán pulmones sin oxígeno, cuerpos afiebrados, olfatos sin sentido y también lo hacen con EL MILAGRO del servicio extenuante de médicos y enfermeras, camilleros, bioquímicos y todo el mundo de la salud, de las fuerzas de seguridad, de las familias distanciadas, pero con el corazón en la mano junto a sus seres queridos. Este año los salteños hemos dicho «SOMOS TUYOS, SOMOS DE MARÍA, SOMOS HERMANOS» porque más que nunca hemos rezado la Novena en el Santuario de nuestros hogares, verdaderas “iglesias domésticas”. Y hemos renovado nuestro PACTO DE FIDELIDAD desde lo más profundo de nuestra fe, con los pañuelos al aire del servicio, la solidaridad, la conciencia del cuidado propio y de los demás. Este año pudimos demostrar, abrazados a la Virgen, que todos los Milagros vividos hasta aquí fueron verdaderos, porque lo esencial está intacto: ¡la certeza de que SOMOS TUYOS Y TÚ, DULCÍSIMO SEÑOR, SERÁS SIEMPRE NUESTRO!
«Hay pueblos donde la mano de Dios pareciera haberse detenido en bendiciones. Salta puede contarse entre ellos. Reconocerlo no es afirmación de orgullo o vanagloria sino la toma de conciencia de una gracia inmerecida y de una responsabilidad inmensa…”. Casi cuarenta años atrás, a comienzos de la década del 80, un enamorado del Señor y la Virgen del Milagro, monseñor Arcenio Raúl Casado, expresaba con estas palabras su convicción de que la Fiesta del Milagro es regalo y tarea, es una gracia divina que al mismo tiempo provoca y espera la respuesta humana cada día, cada año. ¿Cuál será nuestra respuesta en este año de tanto sufrimiento y dolor por la pandemia? Con mucha sabiduría, monseñor Mario Antonio Cargnello, Arzobispo de Salta, antes de renovar el Pacto de Fidelidad nos invitaba a mirar nuestra debilidad actual desde la fragilidad y vulnerabilidad del Dios hecho hombre, levantado en alto en la cruz, y que en esa cruz asume y da sentido y trascendencia a nuestras cruces cotidianas.

“Aquí estamos, Señor, delante de ti, pobres y necesitados, pero confiados y dispuestos a inaugurar un tiempo nuevo. Aquí están nuestras familias, aquí están nuestras comunidades parroquiales, nuestras instituciones, nuestra comunidad eclesial. Aquí están todos tus devotos, tus peregrinos cuyos corazones, tendidos desde distintos lugares del mundo, hacia aquí te dicen: ¡Somos tuyos! Reconocemos tu llamado a celebrar el Pacto de Fidelidad con cada uno de nosotros, con cada una de nuestras familias, con nuestro pueblo de toda la arquidiócesis y de toda la provincia de Salta, con todos tus devotos. Pero, Señor, perdónanos, no hemos podido sacar tu imagen. Perdónanos, Señor. En la soledad conmovedora de una plaza que añora la multitud parece escucharse tu voz que nos dice: ¡No! Este año yo los quiero cargar a cada uno de ustedes. Necesito que ustedes salgan de dentro de sus seguridades y vayan a las calles de los demás, de la humanidad que tiene necesidad de ustedes, los cristianos, para que le muestren un mundo nuevo, una humanidad distinta, reconciliada, fraterna. Necesito que ustedes muestren en su estilo de vida que mi amistad llena el corazón del hombre y le da sentido a la vida, a la familia, a la sociedad…” (Monseñor Mario Cargnello, homilía previa al Pacto de Fidelidad, 15/09/2020).
¡El Señor nos levanta realmente en sus brazos! ¡Y espera que hagamos lo mismo entre nosotros! Que con la Gracia del Señor y de la Virgen del Milagro nos sintamos sostenidos por su bondad, y enviados a compartir esa certeza y ese compromiso solidario con los demás.