Las mujeres tenemos cierta tendencia a sentirnos culpables y responsables de todo lo que pasa a nuestro alrededor. Las culpas más frecuentes tienen que ver con nuestro sistema familiar y, si bien hay otros tipos de culpas más profundas y relacionadas a nuestra formación, hoy específicamente hablaremos de las culpas que sentimos nosotras.
Nos creemos culpables por ir a trabajar y dejar a nuestro hijo al cuidado de una niñera o familiar; culpa también por faltar al trabajo porque el más chiquito
de la familia se enfermó y el pediatra nos espera justo en el horario de trabajo. Si tambaleamos con nuestra pareja también sentimos culpa… y así, en cada ámbito de nuestras vidas.
Sentimos culpa por lo que hicimos y preocupación por lo que podríamos hacer. Esta última mira hacia adelante, viendo amenazas y desastres a cada paso. La culpa está pendiente de aquellas cosas que perdimos, lo que no logramos.
Me pregunto entonces, ¿por qué este sentimiento no desaparece?; casi siempre o siempre está presentesi salimos a tomar un té con amigas y dejamos los chicos en casa, si salimos con marido al cine, también. Sucede, somos culposas. Y no podemos o no queremos modificar ese sentimiento que nos agobia, nos enoja, hace replantearnos mucho nuestras actividades, sueños, desafíos y obligaciones.
Distintos estudios afirman que los sentimientos de culpabilidad nos acompañan desde nuestra niñez, somos educadas de alguna manera así; para ser buenas mujeres, madres, profesionales y trabajadoras eficientes. Tanto por hacer, tanto por dar que de alguna manera nos sentimos responsables de la felicidad de los demás y cuando algo no sale bien nos sentimos #culpables.
La culpa es un sentimiento más femenino, los hombres la sienten, pero a otros niveles; cuando cometen un error o fallaron en algo puntual. Nosotras tenemos ese sentimiento de alguna manera más incorporado a nuestro sistema. ¿Podemos cambiar este sentimiento? ¡Estoy segura de que sí!!. Pero, ¿cómo? Es la pregunta del millón. Ante todo, sentir que cada decisión que tomamos es lo que deseamos, lo que queremos.
Y que tenemos que poder medir por calidad no por cantidad. Es la base de todo. Si no podemos medir esto, simplemente terminaremos no haciendo nada de lo que deseamos por este sentimiento de culpa, que aparece permanentemente en nuestro ser interior sin dejarnos siquiera disfrutar de aquello que soñamos. Buscar hacer aquellas cosas que sabemos y sentimos nos hace bien a nuestro ser, sin mirar nuestro pasado, sin estar pendiente de qué dicen sobre lo que hago o dejo de hacer, sin preguntar y ¿vos que hubieras hecho? Evitemos sentirnos responsables de las decisiones de los demás, cada uno tiene que hacerse responsable de sus actos, pedir disculpas si nos equivocamos y lo más importante, dice Stemateas, es que hay que salir de la culpa y pasar a la responsabilidad, hacernos cargo de nuestras propias decisiones, de nuestra propia vida y seguir adelante.
Cancelemos todo mandato interno de castigo, la vida es para disfrutarla, no para castigarnos ni castigar a otros.
Vivamos como deseamos, siendo más felices y menos culposos. Porque simplemente la vida es hoy, aquí y ahora. Lo de ayer ya pasó y lo de mañana aún no ha llegado.