Por Lucía Gómez Rincón, Lic. en Psicología MP 991
Hoy vamos a hablar del juego. Cuán importante es para todos los niños jugar y expresar a través del juego sus emociones, sus estados de ánimo y pensamientos. El juego estimula el desarrollo del cuerpo, el desarrollo cognitivo y afectivo.
Uno de los desafíos en niños con autismo se observa en las restricciones en el desarrollo del juego, de la comunicación y vinculación con el otro; es por eso que, como terapeutas, priorizamos el juego en las sesiones e involucramos a los padres para que puedan generar un vínculo divertido y seguro con su hijo.
Uno de los abordajes que se realizan en las terapias se basa en el juego circular, de intervención relacional, evolutivo y centrado en las diferencias individuales de cada niño.
Cuando llegan a sesión, muchos de los niños se encuentran desregulados para comenzar a trabajar con tareas estructuradas, por ende, es importante brindarles un espacio que les genere seguridad y confort para así poder regularse, conectarse con el adulto y poder asimilar nueva información de forma divertida. Es de suma importancia lograr en los niños con autismo la conexión con el otro y para eso el juego es un gran aliado. Siguiendo su interés, se genera un lindo ida y vuelta, una conexión muy clara y, sobre todo, espontánea entre el adulto, el niño y el objeto.
Cuando trabajamos con niños con desafíos en el desarrollo, es importante poder hacer su traje a medida, es decir, poder enfocarnos en ese niño específicamente, en sus necesidades y sus fortalezas para enriquecer sus áreas del desarrollo. No se trabaja de la misma manera con todos los niños con TEA.
Por lo tanto, nos enfocamos en su perfil individual (aspectos que abarcan el lenguaje, el perfil sensorial, cognitivo) y se propone, a través del juego, trabajar las áreas del desarrollo en las que se observan mayores dificultades.
El juego ayuda mucho a que el niño exteriorice y aprenda cosas nuevas, desde el contacto visual, el interés por el mundo, la atención conjunta, la imitación, la funcionalidad de los objetos, la regulación, la simbolización, la creación de ideas, el lenguaje, la socialización.
Si bien el juego tiene diferentes etapas, todo depende del momento evolutivo en el que se encuentre el niño. En las primeras semanas el niño va descubriendo su propio cuerpo y juega con sus manos y sus pies. Luego está el juego de práctica, donde van repitiendo algunas acciones que hace la madre, el juego compartido como la escondida o juegos con las manos. El juego exploratorio, donde observa y explora cada uno de los objetos para luego poder accionarlos y darle lugar a un juego manipulativo. Cuando le otorgan la función correspondiente a cada objeto, comienza a verse el juego funcional. Y cuando puede generar esas acciones con un objeto sustituto, que simboliza al real, se da lugar al juego simbólico.
Es importante tener estas etapas en cuenta para centrarnos en lo que ese niño en ese momento evolutivo necesita y para que a través del juego puedan florecer otras habilidades.
Es de vital importancia JUGAR. Todos necesitamos jugar.