Por Florencia Faiatt
@myyogaflower
¿Querés dar tus primeros pasos en Yoga?
Todas las personas podemos ser parte de esta disciplina milenaria sin importar la edad, las características físicas o el género. Lo único que necesitamos es tener ganas de aprender y disposición.
Generalmente, asociamos el Yoga con posturas complejas y destreza corporal, sin embargo eso es simplemente una mínima parte visible del gran proceso interno que los seres humanos vivenciamos al zambullirnos en este fascinante mundo.
Es importante que empecemos de manera paulatina y progresiva. El Yoga es un camino sin fin que nos permite trabajar y profundizar los procesos a medida que transcurren los años de práctica. Al sentarnos en la esterilla de yoga deberíamos hacerlo sin exigencias y expectativas para evitar frustraciones e insatisfacción. Esta es una nueva oportunidad para tratarnos de modo respetuoso y con compasión, entendiendo que las posturas que hoy nos resultan incómodas posiblemente, en algún momento, se hagan más amigables y confortables.
Para comenzar identifiquemos un momento del día en donde podamos dedicarnos un espacio personal con la menor cantidad de distracciones posibles. La única fórmula certera en la adquisición de nuevos hábitos es la que se ajuste a nuestras verdaderas posibilidades y que nos permita sostenerlo en el tiempo.
Encontrar profesores/as de yoga cualificados no suele ser una tarea sencilla. Es conveniente que conozcamos la formación de quienes nos guiarán y ayudarán a integrar nuestros aspectos físicos, mentales y espirituales. Orientemos la búsqueda hacia un/a profesional con, al menos, diez años de práctica y experimentación. Justamente se trata de una disciplina de autoconocimiento que se obtiene con dedicación plena.
Para aquellas personas que se introducirán a esta nueva actividad, es vital reconocer como factor fundamental la frecuencia, ya que poco y con continuidad es más eficaz que las largas sesiones ocasionales de yoga. Esto nos ayudará a adquirir disciplina y generar hábitos perdurables.
Desde el plano físico queremos evitar lesiones escuchando los mensajes del cuerpo. Para ello, adaptamos las posturas a nuestras capacidades y limitaciones físicas. Evitemos caer en comparaciones ya que cada cuerpo es único y diferente. Debemos ser pacientes y darnos tiempos para empezar a adquirir una sutil conciencia corporal.
Uno de los grandes mitos es que sólo las personas flexibles pueden disfrutar de esta actividad. No obstante, la flexibilidad es uno de los resultado de la práctica constante de yoga, no es una condición para hacerla.
En notas anteriores hemos mencionado los múltiples beneficios comprobados por la ciencia que brinda la práctica regular de Yoga. Algunos de ellos son: mejora la calidad del sueño, aumenta la memoria y la atención, incrementa la flexibilidad y la tonificación muscular, facilita la digestión, mejora la postura y disminuye los dolores de espalda. Asimismo, promueve, la autoconfianza, la paciencia, la compasión, la voluntad, la disciplina y mejoras en la gestión del estrés.
Desde la formación y la experiencia, la sugerencia más valiosa es lograr enraizarnos sin exigencias ni expectativas, simplemente disfrutar del proceso dando lo mejor de cada ser. Es crucial que incorporemos el sentido del humor pese a ser una actividad tranquila y enfocada. Una sonrisa interior y cierta dulzura potencian nuestras vivencias.
¡Mantengámonos con humildad y actitud de eterno/a estudiante, con apertura a las experiencias y mente de principiante!
Disfrutemos sin prisa de los primeros pasos entendiendo que lo bello del yoga no es la meta sino el camino. Ojalá que sea el inicio de un nuevo estilo de vida.
Si querés saber más sobre Yoga te espero en Instagram @myyogaflower
Namasté
Flor
