Un jardín tropical en las yungas salteñas

Por Lourdes Yarade y Paqui Arias

El gran desafío de este jardín era no competir y no tapar una de las vistas más lindas del Club de Campo Santa María de la Aguada. Sus dueños, los arquitectos Lourdes Yarade y Pedro Brizzi, pensaron toda la obra para que cada ambiente y sobre todo los espacios exteriores tuviesen como gran protagonista a la laguna. La paisajista Paqui Arias planteó el jardín para ganar intimidad y crear rincones sin necesidad de perder la vista del agua y los cerros.  

Los dueños de este jardín, Lourdes Yarade y Pedro Brizzi, grandes arquitectos, diseñaron su lugar en el mundo priorizando la funcionalidad, el paisaje y los espacios exteriores para disfrutar el clima privilegiado del norte y para recibir familión y amigos.

La casa, con materiales como siding de madera y piedra del cerro que se amalgaman muy bien con los colores locales, está orientada al norte y todos sus ambientes están abiertos a la gran protagonista: la laguna de La Aguada. En una sola planta, copia sutilmente la pendiente del terreno. El jardín, con un gran cantero norte que repite la piedra como material constructivo, copia ese desnivel con una gran escalinata que amplía la zona de la galería y la terraza. Siguiendo ese mismo concepto, los canteros circundantes a la casa, nacen entre las terrazas de piedra y la casa y actúan como filtro entre los espacios sociales y los cuartos.

Para la plantación se buscaron especies que, con bajo mantenimiento mantuvieran su aspecto prolijo todo el año; gran parte de ellas son nativas como salvias guaraníticas, uliginosas y procurrens; pastos palmeras; Sorghastrum; Zephirantes y stipas: constantemente atraen polinizadores, además de aportar color, perfume y movimiento. Para dar altura, en las zonas más protegidas, especies de aspecto tropical como bananos, heliconias, hedychium y monsteras.

 En el frente, sur-oeste, se eligieron Pittosporum, Salvia guaranítica, jazmín del Paraguay y clivias, todas especies que pueden soportar plena sombra en invierno y el sol rajante del verano. Para generar sombra en el estacionamiento se plantaron molles de follaje perenne. Sobre las pérgolas, glicinas azules. Como cerco, oleas texanas, ya que no son invasivas y su porte compacto no quita metros a una zona reducida.

La huerta está ubicada estratégicamente entre la cocina y el asador, al sol y protegida de las heladas por una pirca. Tomates, zapallos, hojas verdes, y legumbres se transforman en ensaladas, tartas, salsas y conservas por su dueños. Los panes de romero son un clásico con té de cedrón. Próximamente ahí también van a lucirse dahlias de todos colores y formas. 

Entre la casa y la laguna hay montecitos de árboles existentes como lecherones y paraísos, pero se agregaron también lapachos, tarcos, bahuinias y ceibos. En una segunda línea, más adentro, se agregaron lagerstroemias y frutales que se convierten en puntos de interés en distintas épocas del año y crean intimidad sin tapar la vista de la laguna ni de los cerros. También hay un rosedal para flores de corte.

Ya en el límite, un tanque australiano revestido en piedra se mimetiza con la laguna  y una pérgola con parras de Cafayate suma más espacios de encuentros. En breve, un fogón con horno de barro para las infaltables empanadas salteñas y los bollos caseros.

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