“Elegí un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida” dijo Confucio. Y el pensador tenía razón: así elegimos nuestras profesiones todas las nuevas generaciones, en base a nuestro hobby.
Sin embargo, para ser feliz en el trabajo se necesita algo más que eso. Igual que un ambiente tóxico puede arruinar tu ilusión al ir a la oficina, un buen punto de apoyo puede resultar una motivación extraordinaria.
Vemos más a nuestros compañeros de trabajo que a nuestra familia, así que es de agradecer que alguien haga los lunes más llevaderos contándonos qué ha hecho el fin de semana o tener con quien compartir (a gusto) un café o un almuerzo.
No obstante, no es solo la grata compañía de un compañero de trabajo lo que nos reporta beneficios. Según un estudio reciente, que tus compañeras de trabajo sean también amigas, te hace mejor profesional.
“Cuando los empleados tienen oportunidades de socializar unos con otros, es más probable que desarrollen relaciones de mayor calidad y, así, que abran la puerta al intercambio de ideas”, asegura el líder del estudio. Y es que compartir información es un sistema de aprendizaje no formal que beneficia a todos.
El estudio, titulado ¿La diversión promueve el aprendizaje?, también defiende que cuando disfrutamos y nos divertimos trabajando, no solo nos implicamos más, también aprendemos más.