En 2021-2022 vuelve a ser Año Santo Compostelano, el número 120 de la historia, y Santiago se convierte en capital espiritual del mundo.
Desde hace siglos, miles de peregrinos recorren el Camino de Santiago cada año con un sueño por cumplir: llegar a la capital de Galicia y entrar en su ya mítica Catedral. Y es que la tradición dice que en este monumento están enterrados los restos del apóstol Santiago que fueron descubiertos una noche del 813.
Cada vez que un peregrino se echa a andar por las viejas sendas continentales del Camino de Santiago, se pone en marcha un antiguo mecanismo de búsqueda común a toda la Cristiandad: el viaje hacia la Salvación. Y, con él, vuelve a iniciarse la experiencia profundamente humana del propio descubrimiento. Así como las rutas que conducen a Santiago son muchas, múltiples son también las vías para el hallazgo más íntimo, ése que aseguran experimentar todos los peregrinos a medida que avanzan por los caminos de los encuentros fortuitos o de la soledad, de las voces y del silencio, del paisaje umbrío o la seca llanura, en pos de una única meta: Santiago de Compostela.
Sin embargo, Santiago de Compostela es una ciudad muy viva con muchos otros motivos para encandilar al viajero sea o no peregrino: incontables restaurantes y bares en los que saborear los exquisitos mariscos de Galicia, un centro histórico declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, propuestas de arte contemporáneo… Hay muchos planes por hacer en esta ciudad que combina su historia con una cara más joven y moderna.
La vida alrededor de la Catedral
Si hay un lugar especial en Santiago, ese es la plaza del Obradoiro. La vida de la ciudad parece girar en torno a este punto en el que se levantan la Catedral, el Palacio de Raxoi o el lujoso Hostal de los Reyes Católicos, del que se ha llegado a decir que es el hotel más antiguo del mundo. En la misma plaza es fácil ver sentados a los peregrinos acompañados por sus inseparables bastones y conchas. Después, llega el ritual para conocer la Catedral: contemplar el Pórtico de la Gloria, dar un abrazo a la figura de Santiago en el Altar Mayor, bajar a la cripta, subir a las cubiertas y, si hay suerte, ver el botafumeiro (un enorme incensario) en funcionamiento, ya que sólo se balancea en algunos festivos o bajo petición previa.
En los alrededores de la Catedral cada paso es un descubrimiento y hay otras plazas también llenas de encanto como la de Praterías (con la mejor vista de la Berenguela, el campanario) o la de Quintana con su bonita escalinata y otros monumentos como el imponente Monasterio de San Martiño Pinario.
Es curioso, porque incluso puntos más alejados de la ciudad parecen pensados para admirar la Catedral. Es el caso del tranquilo parque de la Alameda y el mirador de Monte do Gozo y sus esculturas de peregrinos protagonistas de tantas fotografías.
También, dedicale varias horas al Museo del Pueblo Gallego para descubrir la cultura, la historia, la música, el arte, la industria y la arqueología de la región.
En el área de la Plaza de la Quintana, observa el Monasterio de San Martín Pinario. Hoy día, el edificio alberga una institución educativa.
Esta parte del país tiene veranos cálidos y secos, e inviernos templados y muy húmedos. Es uno de los lugares de España con mayor nivel de precipitaciones durante el invierno. El idioma gallego todavía se utiliza ampliamente en la ciudad, aunque prácticamente todos entienden el español.
Gastronomía y modernidad
Para sentirse atraído por los mejores olores y sabores y entender por qué Galicia tiene fama de buena comida, nada como dar una vuelta por el Mercado de Abastos, el segundo lugar más visitado de la ciudad. En él podrás comprar y degustar marisco fresco de las rías, quesos y pimientos de Padrón o probar su famosa “cocina en miniatura”. La verdadera atmósfera de Santiago se respira también en las calles Franco y Raiña, en el corazón del casco antiguo, donde gallegos y visitantes llevan tapeando “toda la vida” y donde encontrarás un buen número de restaurantes para probar pulpo “a feira”, vieiras, tarta de Santiago o vinos como el Albariño, que está considerado como uno de los mejores blancos del mundo.
Más allá de las callejuelas y casas y palacios de piedra, el lado más moderno de Santiago se aprecia en su ambiente universitario, en sus galerías de arte y sobre todo en dos lugares: el Centro Gallego de Arte Contemporáneo y la Cidade da Cultura, obra del neoyorquino Peter Eisenman y uno de los ejemplos más sorprendentes de la arquitectura contemporánea gallega.
Muchos dicen que hacer el Camino y llegar finalmente a Santiago es una aventura que cambia la vida. Desde luego, esta ciudad tiene algo que atrapa.