La enfermedad de Parkinson es un trastorno del sistema nervioso que afecta principalmente el movimiento, pero además se trata de una enfermedad progresiva que termina en demencia. Suele comenzar alrededor de los 60 años, pero puede aparecer antes. Comienza generalmente a afectar más un lado del cuerpo, pero luego se generaliza. Se debe fundamentalmente a una caída en la producción de una sustancia llamada Dopamina en un grupo fundamental de células nerviosas.
Su principal síntoma es el temblor de reposo, pero también se acompaña de dificultad para iniciar los movimientos, falta de expresividad facial, problemas de equilibrio y coordinación. No existe una prueba diagnóstica para la enfermedad y a veces, según cuán severos sean los síntomas, se necesitan de varias consultas y varios años para confirmar el diagnóstico (y descartar otros diagnósticos similares A medida que avanza la enfermedad la persona va perdiendo autonomía, llegando a necesitar ayuda para comer o vestirse.
La medicación logra una mejoría increíble de los síntomas, pero a medida que pasan los años, va perdiendo efectividad, y el paciente necesita un aumento progresivo de su dosis, llegando a un punto donde las altas dosis generan reacciones adversas, como es la aparición de discinesias (movimientos involuntarios). En estos enfermos, que ya no logran controlar los síntomas con la medicación, o que no la toleran por sus efectos adversos, es en quienes es factible realizar una cirugía con el objeto de mejorar su calidad de vida, no con un fin curativo, y la realidad es que mejora notablemente.
Desde hace un año podemos realizar este tipo de cirugía en Salta. Esta consiste en la implantación en áreas específicas del cerebro, de electrodos espaciales conectados a un sistema similar a un marcapasos por debajo de la piel. Este sistema consta de una batería y un equipo de electroestimulación que permite diferentes configuraciones.
La estimulación actúa inhibiendo la descarga y funcionamiento de las neuronas alcanzadas, regulando así vías nerviosas implicadas en los movimientos. Los efectos producidos por la estimulación son reversibles, ya que apagando el equipo se corta la estimulación. Si bien esto no tiene una utilidad práctica una vez se logra una adecuada configuración del sistema, permite disminuir los parámetros si se observa que la estimulación genera algún efecto no deseado. Esta es una ventaja respecto a procedimientos más antiguos donde directamente se realizaba una lesión definitiva a un grupo de neuronas. No todo paciente con Parkinson es candidato a cirugía, es importante que la enfermedad no se encuentre en un estado avanzado, con alteraciones cognitivas, por lo que no se recomienda para mayores de 70 años (si bien cada caso es particular y debe ser analizado).
Tampoco hay buena respuesta si el paciente presenta síntomas similares al Parkinson, pero debidos a otra patología (como por ejemplo un ACV). También es necesario estar seguros que estuvo bien medicado para la enfermedad. Por eso es el neurólogo habituado a tratar enfermos con trastornos de movimientos quien hace la selección del paciente para cirugía.
La cirugía en sí presenta la dificultad de la adecuada colocación de los electrodos profundos en el cerebro, ya que un error de 3mm puede provocar la falta de respuesta. Para eso se utiliza un sistema de coordenadas en un marco especial al que se fija la cabeza del paciente, y además se comprueba una buena respuesta a la estimulación durante la cirugía con el paciente despierto y colaborando, antes de la fijación final de los electrodos.
Si bien este tipo de cirugía no es para cualquier paciente con enfermedad de Parkinson, es importante tenerla presente y discutir con el neurólogo de cabecera cuándo es el mejor momento para realizarla, y no pensar en ella cuando la enfermedad está demasiado avanzada y se ha perdido la oportunidad quirúrgica.