Juventud

Por Cutusú

Mi hijo escucha todo el tiempo una canción muy fea, y cuando le encanta una canción le gusta ponerla un millón de veces. Toda la letra no tiene mucho sentido, pero hay una parte que dice: “la juventud es una virtud del alma” y se le quedó grabada a él y también a mí.

Que si la juventud es una virtud del alma la quiero tener toda la vida. Entonces me puse a pensar y a mirar. Me di cuenta de que la juventud tiene que ver con la no resignación, con creer en que se pueden hacer o cambiar cosas.
Los jóvenes creen que pueden cambiar el mundo y eso los mantiene jóvenes. El día que dejan de tener esperanza empiezan a hacerse viejos… Los jóvenes no tienen provisiones, no andan juntando para mañana, más bien viven el hoy como si no hubiera un mañana. Los jóvenes se ríen mucho de cosas sin sentido y no son tan prolijos. Los jóvenes tienen miles de problemas sin revolver y cuando los redoblen aparecen otros y otros y otros.

Que si la juventud es una virtud del alma ya no me importa tanto lo de afuera, más bien quiero cultivar esa virtud  para que me acompañeel resto de mis días… Entonces me doy cuenta de que si aprendo algo nuevo me mantengo curiosa y desafiada. No quiero que me aplaste la rutina. No quiero ser una viejita que vive en la calle Posadas con una cuidadora y que todos los días a las tres de la tarde pasa la kinesióloga a buscarla para hacerla caminar. Yo
las veo hoy y me pregunto cómo fueron de jóvenes para estar atrapadas en algo tan aburrido.

No me importa la soledad, la prefiero a que me visiten por compromiso y siempre mirando el reloj. Que si la juventud es una virtud del alma cuando sea vieja voy a comerme todos los chocolates que no comí en mi juventud porque me salían granos. Voy a tener en mi mesa de luz una caja grande de bombones, coca light y muchos libros. Si ya no puedo leer le voy a pedir a mi cuidadora que me lea todas las noches para hacerme dormir. No quiero un cuarto chiquito con una televisión enorme siempre prendida con noticias que a nadie le importan.

Quiero un cuarto que tenga una biblioteca de respaldo de cama, una ventana muy grande y un libro a medio leer. Es que si ya no tengo qué hacer quiero leerme todas las novelas más fantásticas que pueda encontrar. Que si la juventud es una virtud del alma quiero llegar a vieja con mi ropero de los treinta. No quiero juntar ropa que no me entre o que no sea para mi edad. Entonces hoy, cada vez que compro algo regalo algo. Mis roperos no se agrandan, cambian las cosas, pero no se acumulan. No compro más perchas y soy más feliz regalando algo que comprando.

Siempre fui así y hay cosas que de vieja no voy a poder cambiar. No quiero guardar objetos o  ropa de recuerdo porque quiero vivir en el presente. Además los recuerdos viven adentro de uno. Que si la juventud es una virtud del alma voy a dejar a mi hijo libre. Sin culpas, sin reproches. Prefiero verlo una vez al año y que sea una fiesta. Me gustaría darle todas las cosas materiales antes de llegar a vieja.

Es que en este teatro, donde nadie revisa el reparto, cada vez que te dan algo te lo cobran. Nada es gratis, todo tiene un precio. A mí, que no me gusta cobrar, no quiero verme en el papel de te regalo esta plata o este auto o esta casa si tal cosa… Quiero darlo todo antes, cuando todavía no tenga tanto tiempo para leer todas las novelas fabulosas que quiero.

Que si la juventud es una virtud del alma quiero jugar con el pelo de gris. Y quiero reírme fuerte cada vez que gane. Quiero desojar margaritas y quedarme con el último pétalo. Pensándolo bien, quiero seguir haciendo las mismas cosas que me gustan hacer hoy. No quiero inventarme una vida de vieja porque el almanaque dice que ya piso los ochenta. Si, como dice mi hijo, la juventud es una virtud del alma.

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