Cuarentena: no estás preso en tu casa

Nelson Mandela: 27 años de cautiverio que trasformaron a un líder.

A la historia de un país pueden escribirla sus políticas económicas, sociales y culturales, o la existencia de una política humana y emocional promotora de conciencias y sensibilidades. Si combinamos ambas cosas ese país marcará la diferencia por ser capaz de vencer obstáculos y actitudes negativas.

Nelson Mandela, premio Nobel de la Paz, optó por desarmar creencias erróneas y antivalores desde dentro de cada ser, desde la conciencia, poniendo fin a muchos años de segregación racial en ¡Sudáfrica. La película “Invictus” muestra su trabajo.

Invictus cuenta la verdadera y ejemplar historia de cómo Nelson Mandela se alió con el capitán del equipo de rugby de Sudáfrica, los Springboks, François Pienaar, para ayudar a unificar su país.

Mandela decide apoyar con todo su empeño al equipo sudafricano de rugby, que consigue llegar a la Final de la Copa del Mundo de Rugby de 1995, y ganarla.

Nelson Mandela, practica un humanismo sincero capaz de regenerar emociones mediante su propio ejemplo. Todo ello en la constante búsqueda de la inspiración basada en los valores más fundamentales. Sus deslumbrantes actitudes de tolerancia, empatía, sentido común y tenacidad hacen de él todo un ejemplo. Su asombrosa valentía y su persistencia inclaudicable le demostraron al mundo que se puede lograr lo imposible.

En 1964 Mandela fue arrestado y pasaría en la cárcel los próximos 27 años de su vida. Aún en la cárcel y en condiciones precarias su lucha contra el racismo en su país siguió.

La cárcel es un ambiente de carencias. Quienes están encarcelados viven sin comida saludable, ni camas cómodas, ni cuidado de salud adecuado o la libertad de movimiento que muchos de quienes nunca hemos estado detrás de las rejas, damos por sentado. En esas condiciones Mandela ganó su primera gran batalla: No se hundió, no sucumbió. En lugar de ello dio lugar a un profundo proceso de reflexión sobre sus convicciones y sus actos. De esas largas noches de soledad y encierro surgió un Nelson Mandela lleno de serenidad y de sabiduría.

«Yo era un joven agresivo y arrogante. Mis 27 años de cárcel me hicieron comprender lo importante que es la tolerancia. Que no hay tiempo para la amargura, sino para la acción». Mandela aprovechó su encarcelamiento para erigirse en el primer presidente negro de Sudáfrica: «La celda es el lugar idóneo para conocerte a ti mismo. Me da la oportunidad de meditar y evolucionar espiritualmente”, dejó escrito en uno de sus archivos más privados.

En la prisión de Robben Island, en su celda de no más de 4 metros cuadrados, en la que apenas hay un colchón de paja en el suelo, una pequeña mesa, un cubo y una ventana con gruesos barrotes, Mandela siguió su rutina, levantándose a las 3.30 am para hacer dos horas de ejercicio. Lo que denominaba “provocar una buena sudada”, leyendo y estudiando durante el día, cuando no tenía que realizar trabajos forzosos.

«Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es el que no siente miedo, sino el que vence ese temor»

Formación de un Líder

Mandela proclamó que debía recorrer el “camino de las pruebas» si quería alcanzar su objetivo de crear una Sudáfrica para negros y blancos.

“Jamás perdí la esperanza de que se produjera esta gran transformación. No sólo por los grandes héroes que he citado, sino por la valentía de los hombres y las mujeres corrientes de nuestro país. Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o su religión. El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar, ya que el amor surge con mayor naturalidad en el corazón del hombre. Incluso en los momentos más duros de mi encarcelamiento, cuando mis camaradas y yo nos encontrábamos en situaciones límites, alcanzaba a distinguir un ápice de humanidad en alguno de los guardianes, quizás tan sólo durante un segundo, pero lo suficiente para reconfortarme y animarme a seguir adelante. La bondad del hombre es una llama que puede quedar oculta, pero que nunca se extingue”. (Nelson Mandela, El largo camino hacia la libertad. Autobiografía, Aguilar, Madrid 2010,p.645).

Sin duda el principal aprendizaje es; para ser un líder no solo es suficiente con lo innato de tu personalidad, sino que un líder trabaja diariamente para desarrollar su Talento de una forma consciente y constante. Un líder tiene claro el camino, las herramientas y el objetivo a conseguir y además es consciente del esfuerzo que supone llegar al desarrollo personal y profesional.

Un líder está dispuesto a sacrificarse para llegar al objetivo planteado, es flexible cuando tiene que serlo y estricto cuando hay distracciones en el camino que lo alejan de su objetivo.

Un ejemplo: Siendo ya Presidente de Sudáfrica, Mandela: “Se despertó, como siempre, a las 4:30 de la mañana; se levantó, se vistió, dobló su pijama e hizo su cama. Había sido un revolucionario toda su vida y ahora era presidente de un gran país, pero no había nada capaz de hacer que Nelson Mandela rompiera con los rituales establecidos durante sus veintisiete años de prisión.”

Todas las personas a las que Mandela había conocido, las había encandilado, tanto si tenían el mismo pensamiento como si eran del pensamiento contrario. Algunas cualidades que hicieron de

Mandela un líder en la historia

• Lenguaje corporal.

• Mirada cálida.

• Extraordinariamente seguro de sí mismo.

• Una misión y un convencimiento claro de lo que quería.

• Alto poder de convencimiento en su entorno.

• Trabajó mucho y durante largo tiempo para desarrollar su Talento Natural.

• Hombre de sólidas convicciones, sincero y directo

• Actitud abierta, dispuesto a escuchar todos los puntos de vista.

• Tranquilidad y serenidad para afrontar las dificultades.

• Reflexivo, generoso, con capacidad de perdonar.

• Valorar positivamente la colaboración y el trabajo en equipo, promoviendo el acuerdo y la

integración de las propias cualidades personales.

• Potenciar instrumentos para la resolución de conflictos personales de forma serena y asertiva.

MANDELA Y EL DEPORTE

‘’El deporte tiene el poder de motivar y unir a los pueblos.’’ “El deporte tiene el poder de inspirar. Tiene el poder de unir a la gente como pocas cosas lo tienen. El deporte puede crear esperanza donde alguna vez hubo solo desesperanza. Es más poderoso que el gobierno para romper barreras raciales.” (Mandela)

Nelson Mandela era un gran aficionado del boxeo, un deporte en el que es más importante saber encajar los golpes que darlos. Durante su juventud, fue boxeador y corredor de fondo. En su autobiografía, titulada Un largo camino hacia la libertad, reconocía que su afición por el boxeo se debía al arte de saber encajar los golpes. Lo más importante no era ser el más fuerte, sino el más listo.

A pesar de los golpes y el contacto físico, para Mandela se trataba de un deporte honesto. “El boxeo es igualitario: el rango, la edad, el color y la riqueza son irrelevantes...”, explicaba en su autobiografía.

La resistencia, la perseverancia e intentar vencer a través de la inteligencia (y no por la ley del más fuerte) fueron características aprendidas en el deporte y que además definieron la trayectoria política de Mandela durante su presidencia entre 1994 y 1999.

EL CAPITAN Y EL PRESIDENTE

Mandela tenía algo en mente para unir a su país, y era que Sudáfrica ganase la Copa del Mundo de Rugby de 1995. Sabía que para ganarla y para que los jugadores estuviesen involucrados con el equipo, debía conocer en persona y charlar con François Piennar, capitán de los Springboks. Piennar era un afrikáner enorme de 1,92 metros y unos 120kg de peso.

Tras la reunión entre ambos, Piennar salió convencido de la importancia que tendría ganar la Copa del Mundo para su país, no solo desde lo deportivo, sino además y sobre todo por el momento sociocultural que Sudáfrica estaba atravesando, y ahora solo pensaba en una cosa: Ganar la Copa del Mundo, a pesar de que su equipo no estaba entre los favoritos. Pero tenía en claro el objetivo que se había propuesto en su encuentro con Mandela: “Un Equipo, Un País, Una Misión”.

INVICTUS (El poema que inspiró a Mandela en presión)

En la noche que me envuelve,

negra, como un pozo insondable,

doy gracias al Dios que fuere por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias

no he gemido, ni llorado. Bajo los golpes del destino

mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos

acecha la oscuridad con su horror.

Y sin embargo la amenaza de los años me halla,

y me hallará sin temor.

Ya no importa cuan estrecho haya sido el camino

ni cuantos castigos lleve a mi espalda:

soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.

 

Seguinos!

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