La primera vez que viajé lejos tenía seis años, fui a ver al ratón Mickey con mis tíos y mi prima Paula. Me acuerdo perfectamente de todos los conjuntos de ropa que mi mamá había armado para que me pusiera cada día. Puso todo sobre la cama y me explicó cómo tenía que usar cada cosa, seguramente ella no pensó lo mucho que eso me serviría a la hora de
viajar.
Hoy, cada vez que viajo vuelvo a poner todo lo que voy a llevar en mi pequeña valija arriba de la cama, me fijo que todo combine con todo y, lo más importante, jamás llevo cosas por las dudas o lo que es peor, algo que tenga en el ropero y que hace tiempo que no use. Me gusta viajar liviana, no hacer fuerza para poner y sacar las valijas y tener espacio por si hay algo que me gusta para comprar.
Cuando viajo a un lugar de playa casi siempre llevo: dos vestidos de seda para la noche, un poncho (salteño) de abrigo, dos vestidos para el día, 3 trajes de baño, dos túnicas, unos jeans cómodos y dos camisas. Para los pies un par de sandalias de noche
y unas birkenstock para el día. Lo más importante es que todo quede bien con el poncho y las sandalias. Una linda cartera, más buenos accesorios y estoy lista. Es probable que viaje con un canasto grande que después vaya a usar todos los días en la playa y los anteojos de sol más grandes que tenga en el ropero.
Si voy a una ciudad en media estación llevo: unos pantalones de cuero, remeras blancas, una camisa de seda, un vestido a media pierna, un vestido elegante, un mono a lunares o rayas, un foulard de lana finito, unos pantalones anchos a media pierna.
Para mis pies, unos escarpines bien altos, unas zapatillas cómodas. Un gran collar para los vestidos, clutch, aros, pulseras y una capa de paño. Seguramente que viajo con leggins, una remera abajo de la cola, una parka y mocasines. Al frío llevo pantalones de cuero, vestidos de invierno del mismo largo del tapado que lleve para la noche, suéters abrigados que sean finitos, boina, pantalones anchos de género grueso, remeras manga larga, una pollera de cuero a media pierna, botas de caña corta de taco alto, escarpines altos, un par de zapatillas.
Siempre llevo colllares, anillos, prendedores, pulseras que marcan la diferencia en cualquier conjunto de ropa. Es probable que viaje con jeans bien sueltos, unos borcegos, una camisa y un buzo, en el carry on va mi tapado de día.
Un buen dato es que muchas marcas de cremas para piel vienen en tamaño de viaje, yo también guardo las cremas chicas que te regalan para probar cuando comprás productos de algunas marcas. El shampoo y la crema de enjuague también vienen en tamaño chico. Lo único que hasta ahora no pude encontrar más pequeño es el protector solar, pero tampoco es tan grande.
Ropa interior llevo poca, porque en general es algo que me gusta comprar cuando viajo, al igual que las medias y algún camisón. De hecho, lo que sé que voy a comprar de ropa directamente no lo llevo, para eso es útil hacer una lista, entonces te
asegurás de no poner cosas de más en la valija.
Nada peor que llevar un montón de cosas que recorrieron el mundo y volvieron planchadas al ropero porque no las usaste. Solo pensar en la energía gastada ahí me da nervios. Ojo, dicho todo esto, les quiero contar que, en general, cuando viajo estoy, según mi criterio, bien vestida, y cuando no viajo también. ¡Ja, ja, ja!
Por Cutusú








