Por Gabriela Parentis
La vida no es color de rosa los 365 días del año o tan perfecta como la vemos por ejemplo en las redes sociales, a veces nos pone a prueba con situaciones que superan nuestras capacidades como una enfermedad, una ruptura, la pérdida de un trabajo, la muerte de un ser querido, el fracaso de algo anhelado, problemas económicos y tantos más…
La realidad entonces nos muestra que existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite, aunque también hay que entender que es NORMAL que todo esto pase. Aquí hago un parate, porque necesito aclarar que cada idea expuesta está acompañada de lectura y reflexión, pero no es más que eso, un deseo de compartir aprendizajes y que sirva de excusa para meditar sobre la vida.
Es maravilloso sentir que no somos seres perfectos, que a veces está todo al revés, y que nuestra voluntad para salir adelante tiene que ser más fuerte. Sentirse verdaderamente pleno es más importante que solo mostrarse superficialmente contento o decir “estoy bien”.
Es fundamental darte lugar y sentir lo que estés pasando, escucha tu corazón, tu mente, date tiempo, se honesto con vos mismo, ese es mi consejo. Aunque hay opciones, podes dejarte vencer o sobreponerte y salir fortalecido, apostar por la resiliencia, vivir tu verdad.
Ese concepto que seguramente escuchaste por ahí, “la resiliencia” es la capacidad para recuperarse de las adversidades y salir de ellas beneficiados. La humanidad es resiliente, pero los individuos no nacemos con esta habilidad adquirida, sino que la podemos desarrollar.
Leyendo un poco sobre esto encontré que resiliencia es un término que deriva del verbo en latín resilio, resilire, que significa «rebotar». Algunos sinónimos que se pueden emplear para indicar la palabra resiliencia son fortaleza, invulnerabilidad y resistencia. Se corresponde, de manera aproximada, con el término «entereza».
Particularmente en la psicología se entiende como la capacidad que posee la persona para hacer frente a sus propios problemas, superar los obstáculos y no ceder a la presión, independientemente de la situación.
Solo por hacer mención de algunas personas reconocidas y que han sido ejemplo de personas resilientes, me gustaría nombrar a Stephen Hawking, que a pesar de su enfermedad y las limitaciones físicas que esta le generó, no dejó de investigar toda su vida sobre las leyes básicas que rigen el universo.
Otro ejemplo es Nelson Mandela, después de 27 años de cárcel y muchas situaciones de discriminación, se postuló como presidente de su país, Sudáfrica, y ganó las elecciones. Es pura inspiración.
Acá te dejo algunas actitudes que te ayudarán a generar resiliencia en tu vida:
Adoptar una actitud positiva
Saber gestionar las emociones es clave para enfrentarse a cualquier obstáculo que se interponga en el camino. Tal como sugiere la teoría ABC de Ellis -en que «A» representa los hechos, «B» a los pensamientos y «C» a las emociones- lo que condiciona cómo nos sentimos (C) no son las cosas que nos pasan (A), sino nuestra forma de percibirlas (B). Por tanto, tenemos una alta capacidad para determinar cómo nos sentimos, sólo atendiendo a la manera en que entendemos lo que ocurre.
Ser realista
Actuar como una persona positiva no implica pasarse de optimista. A veces, hay situaciones difíciles o situaciones límite que no pueden contemplarse de una manera naif, pues son dolorosas, y aceptar la dificultad de esos momentos puede servir para saber actuar en consecuencia. Se trata simplemente de relativizar y tratar de pensar en las soluciones, y no en los problemas.
Usar el humor
Puede ser una herramienta muy eficaz para quitarle importancia a las cosas y relajarse en momentos de tensión. Siempre que sea espontáneo y natural -por tanto no forzado o con la intención de hacer reír a toda costa- el humor puede ser un recurso muy valioso.
Ponerse retos
Aceptar que para todo hay límites no quiere decir que tengamos que estar de acuerdo con la existencia de éstos. Los desafíos nos ayudan a desplazar lo que creíamos que eran nuestras barreras un poco más lejos, y a explorar en el camino posibles facultades hasta entonces desconocidas de nuestra personalidad. Las personas resilientes ven los problemas como oportunidades para retarse y redescubrirse.
Tener autonomía
La frustración en muchos casos deriva de la falta de control sobre una situación concreta. Sentir la impotencia respecto a un asunto que nos importa puede generar estrés y malestar. Estas personas suelen tener confianza en uno mismo, por creer en nuestra capacidad de resiliencia para incidir en lo que sucede.
Conocerse a uno mismo
Reconocer cuáles son las principales fortalezas y habilidades de uno mismo, así como las debilidades, es clave para identificar qué podemos mejorar, cómo podemos reconstruirnos de forma que estemos más a gusto. La persona resiliente puede tener momentos decadentes, pero se levanta a sí misma y fortalece su autoestima en el esfuerzo. Es muy importante para ello aprender a desaprender, y no dar todo por sabido. Cada día se puede encontrar diversas formas de afrontar una misma cuestión.
Cultivar la empatía
Saber ponerse en el lugar del otro, hacernos una idea de cómo se puede sentir, también es un signo de resiliencia. Ser empáticos nos ayuda a separar pensamiento de acción, y nos acerca humanamente a la persona con la que podemos estar teniendo un problema. Incluso, quien sabe, quizás esa falta de entendimiento pueda derivar en una gran amistad futura.
Valorar las amistades
El apoyo social es fundamental y las personas resilientes lo saben. Para ello, eligen rodearse de personas positivas, que saquen lo mejor de ellas y con las que se disfrutan y aprenden, lo que tampoco supone excluir automáticamente a aquellas otras personas que están pasando por una mala racha o tienen algunos momentos negativos.
Tolerar la incertidumbre
No solo no podemos controlar todo lo que ocurre, sino que hay situaciones sobre las que -seguro- jamás podremos incidir, como son las que ni siquiera conocemos. Si no sabemos qué pasará, lo mejor que podemos hacer es aprender a lidiar con la incertidumbre y aprender a desarrollar nuestras capacidades cognitivas.
Conciencia de presente
Muchas de nuestras preocupaciones no pertenecen al ahora, sino a situaciones futuras -que, en ocasiones, no podemos ni siquiera predecir- o a acontecimientos del pasado, fruto en muchos casos de la culpa. Las personas resilientes suelen ser personas con pensamiento lateral, disfrutan de los pequeños detalles del presente y viven plenamente el aquí y el ahora, una de las formas más sencillas de ser positivo en el día a día y de saber relativizar los problemas.
¡Sé feliz HOY!