Por Vicky Villamayor – @villamayorvicky
¿Sintieron esto alguna vez? ¿No les parece que podemos ser pacientes para trabajar años en una oficina, pero no para desarrollar algo propio? Estoy convencida de que emprender tiene que ver con decisión, tiempo y constancia, mucho más que con capacidad.
Es un mito pensar que para emprender tenemos que tener una idea brillante el día uno. Nos hablan de que hay que ser innovadores y disruptivos, y yo por lo menos pensaba que para ser una emprendedora exitosa tenía que pensar algo que no exista, que cambie el mundo, y la realidad es que si pensamos así, probablemente no empecemos nunca. Los ejemplos de emprendedores que nos traen son los de quienes se convirtieron en unicornios y facturaron más de mil millones de dólares, y no todos queremos llegar a ese lugar. Podemos empezar buscando solucionar un problema simple, y seguramente nos surja una idea de algo que sabemos hacer, que nos gusta y que ya existe, y está bien empezar por ahí. Pero, ojo, sí es importante darle siempre nuestra impronta al negocio y buscar cuál es el valor que nos identifica de la competencia.

¿Y qué pasa si fallamos? Nos cuesta mucho fallar, porque hay poca cultura del fracaso. Es muy difícil no pensar en rendirnos y sentir que no servimos para eso, y todavía más difícil es no poner nuestro ego en el éxito de nuestro negocio. No nos animamos porque al lanzarnos a contar nuestras ideas nos exponemos, nos sentimos juzgados, y ¡cómo nos cuesta lidiar con la mirada de los demás! Lo importante es no compararnos con nadie y disfrutar nuestro proceso y cada uno de nuestros logros, porque ya estamos mucho más avanzados que quienes todavía no se animaron a empezar. Para crecer siempre tenemos que volvernos vulnerables. Y podemos fallar, claro, pero la clave está en mirar cada uno de esos tropezones como aprendizajes y salir fortalecidos.
Para saber qué es lo que queremos necesitamos recorrer camino, animarnos y probar. Yo probé muchísimas cosas, empecé con servicios contables, intenté vender comida saludable, armé una tienda para vender ropa usada para chicos, tuve una marca de calzas para mujer, gestioné créditos para empresas y una lista bastante larga de otras cosas que hice, algunas para subsistir y otras por pasión. Hoy, después de un largo camino recorrido, tengo cuatro proyectos en marcha que me enorgullecen un montón y siento que lo que hago tiene mucho que ver con quien soy, con mi identidad. No fue fácil llegar hasta donde estoy hoy, porque implicó muchísima dedicación y trabajo. Si algo me caracteriza es la constancia y la mirada positiva, y el convencimiento de que la clave es seguir avanzando, aunque quizás no sea a la velocidad que esperamos y son los pequeños pasos de todos los días, los que verdaderamente nos hacen avanzar.
Siento pasión por el ecosistema emprendedor y por la actitud emprendedora, que hace que nos animemos a HACER QUE LAS COSAS PASEN. No soy ninguna experta, pero sí una apasionada que sueña con que cada vez haya más emprendedores, y es por eso que voy a empezar a escribir contenido con algunas de las cosas que fui aprendiendo en los más de diez años que llevo emprendiendo para compartirlos aquí con todos los que tengan ganas de emprender.

Para aquellos a los que les gusta la idea de aprender cosas que ayuden a emprender mejor, les quiero contar también que con Sofía Martorell inicié un podcast con un montón de contenido súper enriquecedor, entrevistando a referentes de distintos temas que nos interesan. Los invito a escucharnos, nos encuentran en Spotify como “Aprendedoras Seriales”
Los despido con una palmadita en la espalda llena de motivación y ganas de emprender, ¡anímense!