
Por Gabriela Parentis
Nació en Laboulaye, Córdoba, un 7 de abril de 1987. Actualmente vive en Salta y asegura que su inclinación por el arte la acompaña desde su infancia. Es que la creatividad corre por sus venas y se potencia con un espíritu inquieto que constantemente la anima a una incesante innovación.
Mariana Ayraudo es pura fuerza, vida, alegría y colores; sabe explorar muy bien ese universo y refleja con precisión sus ideas, sentimientos y emociones sobre un sinfín de superficies, desde el lienzo y las paredes hasta objetos de decoración, e incluso prendas de vestir.
Lo cierto es que el arte no estuvo siempre presente en sus actividades, pero desde que encontró cómo plasmar su pasión por el mundo, no abandonó los pinceles… y ahora es una “elevadora serial de la vibra” de los espacios que complementa con sus trabajos.

Y como siempre hay algo por descubrir de las personas, desde revista abc quisimos charlar de todo un poco con ella: sus inicios, sus logros y las motivaciones que la ayudaron a crecer. Conocé a Mariana Ayraudo y su impronta en esta entrevista.
¿Cuándo y cómo fue tu encuentro inicial con la expresión artística? ¿Cómo descubriste que querías dedicar tu vida al arte?
Fue hace un par de años atrás, por el 2014-2015. Estudié Turismo y trabajaba en una agencia de viajes en la parte de eventos corporativos. Debido a un problema en mis ojos, un trasplante de córnea, tuve que cortar con la exposición a la computadora porque corría peligro de rechazo, por lo tanto, me dieron licencia médica durante casi un año. En ese momento busqué distintas formas de pasar el tiempo y a la vez aceptar mi enfermedad y buscarle una vuelta a lo que hacía. Fue duro porque me gustaba mucho mi trabajo y sentía que no iba a poder hacer nada más que eso.
Un día caminando por mi barrio me topé con una artística , entré y me compré un par de cosas. Llegué a casa y empecé a pintar. Algo se despertó en mí, es difícil de explicar, pero desde ahí nunca más paré. Decidí dejar el trabajo de oficina y dedicarme al arte.

¿Hubo algo o alguien que fuera la causa de que tomaras este rumbo, o pintás como un camino que simplemente fue surgiendo?
Tengo la sensación de que el arte me encontró a mí. Llegó a mi vida para salvarme. Soy autodidacta, nunca tomé clases. Me dejo llevar por lo que siento, lo que veo y experimento.
En mi arte no hay reglas, eso me encanta y lo disfruto. Al punto tal de que muchas de mis pinturas (esto no lo sabe mucha gente) ni siquiera están pintadas con pinceles, sino con tarjetas de crédito que junto y corto, y las transformo en mi pincel.

¿Qué historias contaban esas primeras obras?
Siempre estuvo presente el color. Yo me enfoqué, casi sin saberlo, primero en definir mi paleta de colores. Y sucedió porque mi cuñado me encargó un cuadro para su casa y me pidió que tuviera mucho color y algo geométrico. Decidí pintarle un cuadro lleno de cuadraditos de colores. Estuve tres meses pintando ese cuadro, y fue una de mis obras más aclamadas en mis comienzos. Hice otras similares, pero lleva tanta cantidad de tiempo que no pude hacerla más.
Y esa paleta que adopté como mía y como principal identidad de mi arte, creo que empezó a contar una nueva forma de ver el mundo para mí.
¿Qué elemento es la base para el contenido de tus pinturas? ¿Qué te atrapa como tema?
Puede ser la alegría. Siempre digo que soy una elevadora serial de la vibra de los espacios que me toca llenar con mi arte. Y me gusta eso. Me gusta que alguien tenga una cuadro mío en su casa, se levante a la mañana, lo mire y le cambie el día para bien, le saque una sonrisa y arranque el día con ganas.
¿Reconocés influencias de otros pintores en tu obra?
Sí, por supuesto. Hay un montón de artistas que me inspiran.

¿Cómo es tu encuentro cotidiano con la inquietud artística?
Tengo el taller en mi casa. Para poder crear necesito estar ahí bastante tiempo sola. Más allá de que todo el tiempo observo lo que hay a mi alrededor, porque todo me inspira. Escribo notas en el celular de esas ideas que me surgen, por ejemplo en un viaje. Y siempre hay épocas de más creatividad que otras, pequeñas crisis, donde sentís que no vas a crear nada que guste. Y después todo vuelve a fluir otra vez y me dejo llevar.
Ahora estoy incursionando cada vez más en ponerme desafíos para salir de mi zona de confort. Este año me tocó crear arte para una casa y tuve que cambiar completamente mi paleta de color. Fue un desafío que me encantó y me abrió la mente a crear otras cosas. También incursioné en la escultura y me encantó.

¿Qué ha representado en tu vida la maternidad? ¿Cambió en algún sentido tu visión del mundo?
Es un cambio grande. Dejás en un punto de ser la persona que eras. El mundo pasa a girar alrededor de ese ser y pasa a ser lo más importante. Pero creo que es importante también no perderse, puedo ser Marian mamá y puedo ser también Marian artista, una no invalida a la otra. Así me lo propuse y mi forma fue invitando a mi hijo a ese mundo.
A un mes de que nació lo empecé a llevar a mi taller. Hoy es de sus lugares preferidos de la casa. Y a veces pasa más de una hora sentado mirándome cómo pinto. Y su cara se ilumina y me sonríe cuando le muestro una obra. Le llaman la atención todos los colores.
Y mi visión del mundo sí cambió, en el sentido de querer comprometerme cada vez más con distintas causas que hagan que mi hijo viva en un mundo mejor, más sano y más justo para todos.

¿Cómo ves la pintura actual en Salta?
No soy una experta en arte salteño. Sí hay artistas que conozco y me copa lo que hacen. Por citarte a uno: Ismael Gudiño. Lo que me gusta de él es su estilo propio. Y este año inauguró su tienda, donde podés encontrar su arte en distintos objetos. Eso para un artista es un paso enorme. Es difícil y más en épocas de crisis apostar al arte. Lo felicito por eso y le deseo todos los éxitos. Vayan a conocer su tienda, regalen arte, este tipo de movidas hay que apoyarlas.
¿Cuál es el mensaje que tu arte esconde para el mundo?
Me gusta pensar que mi arte ayuda a ver el mundo de una forma más alegre, más vibrante. Un mundo lleno de color, con un sinfín de posibilidades y oportunidades que hay que salir a buscar. Encontrando siempre lo bueno en cada situación y contagiar esa energía. Hay luz al final del túnel. Siempre.
¿Qué proyectos tenés entre manos para los próximos meses y que nos puedas contar?
Tengo muchos encargos por delante, por suerte una agenda bastante completa. Quiero seguir incursionando en el mundo de la escultura. Poco a poco voy generando mi stock de cuadros (me cuesta mucho, porque me dedico a los trabajos a pedido y me demandan bastante tiempo). Tengo muchas ganas de hacer mi libro de arte, hace un tiempo empecé un proyecto en el que estoy pintando un libro viejo y eso me motivó mucho. Tal vez el año que viene le ponga pilas a esa idea.
También me encuentro en el camino de llevar mi arte a objetos cotidianos. Empecé con mates, ahora voy por tazas. Quiero hacer mats de yoga también. Y bueno, miles de ideas más que siempre rondan en mi cabeza. Me dejo llevar y hoy, siendo madre, hago lo que puedo y mucho lo que quiero para poder disfrutar del proceso de lo que hago, sino no tiene sentido para mí.