Las emociones están con nosotros desde todos los tiempos, en la cadena evolutiva del ser humano el miedo, la ira, la alegría, el asco, la tristeza y la sorpresa ya estaban con el hombre primitivo y se desarrollaron a lo largo de milenios continuando hoy con nosotros; tiempos en que nos jactamos de ser seres racionales…
Realmente somos seres racionales? O como afirma en su libro Emoción y sentimientos, el Dr. Daniel López Rosseti: somos seres emocionales que razonan?
Lopez Rosseti, Goleman, y muchos escritores que dedicaron muchas de sus investigaciones a las emociones y a los sentimientos, afirman que cuando vivenciamos una emoción, cuando sentimos, debemos procesarlas y por ende la pasamos por nuestro lóbulo preforontal, lo pasamos por nuestra “mente” y lo racionalizamos.
Sería algo así: emoción + mente = sentimiento. Nuestros sentimientos son también razones que guían nuestro accionar, y nuestras acciones son decisiones: derecha o izquierda, carne o pasta, cine o boliche, pantalón o pollera?
En todas la decisiones desde las más triviales a las más trascendentales interviene una vivencia emocional, que desde ya no es cociente, pero todo lo que experimentamos nos marca, y hasta la más tenue huella impacta en nuestra forma de pensar, de ver las cosas y de decidir.
Aunque creamos que nuestras decisiones más meditadas son fruto de la razón, en ellas interviene la emoción, toda decisión es subjetiva, individual, personal. Resultante de nuestro ser, nuestra historia, y nuestra memoria emocional.
Hay una falsa noción popular que afirma que la razón es lo más importante y lo emocional debe controlarse. En lo personal adhiero a Francisco Luis Bernárdez quien dice “después de todo algo he aprendido, lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado”.