Por Cecilia María Abeleira
Licenciada en Nutrición- MP 036- Consultorios Mater
12 de Octubre 254 4220601
Debido a la situación que está pasando el mundo este 2020 no nos quedó otra que estar encerrados en casa para cuidar nuestra salud. Y si bien las primeras semanas se sintieron como unas minivacaciones, a medida que iba pasando el tiempo la cuarentena se hizo cada vez más difícil de sobrellevar.
Una cosa que nos tocó a todos por igual fue la ansiedad, si bien hay distintos niveles según la persona, nos afectó a todos y a su vez perturbó nuestra salud mental: “¿qué hago?”; “estoy cansado, quiero salir”; “ya me aburrí, hice de todo” fueron algunas de las frases que escuchamos que se repetían.
Pero, ¿qué es la ansiedad? Según internet, es una preocupación y miedo intensos, excesivos y continuos ante una situación cotidiana. Es posible que se produzca taquicardia, respiración agitada, sudoración y sensación de cansancio. Para no quedarnos solo con esa definición, conversamos con la Lic. en Psicología Paulina Cornejo Costas (MP 357), quien nos comentó lo siguiente:
“La ansiedad es básicamente un mecanismo defensivo, es un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes, y se da en todas las personas. Es algo bueno, adaptativo, mejora la capacidad de anticipación y respuesta, puede resultar muy funcional y nos empuja a tomar medidas o decisiones convenientes”.
“Lo que pasó en cuarentena es que se dio una situación o acontecimiento que desbordó a la persona porque no hay recursos para responder y generó una situación de ansiedad no saludable. Nos sacó de la rutina, nos llenó de incertidumbre y miedos, sin la posibilidad de continuar por ejemplo con la actividad física, el deporte o los hobbies; específicamente, la cuarentena generó un cambio repentino de rutina con síntomas hasta patológicos como pueden ser el insomnio, ataques de pánico, taquicardia, hiperventilación, y las responsables son nuestras emociones”.
Lo que se sugiere en primer lugar es consultar a un profesional de la salud, hacer un chequeo, pero también es aconsejable realizar ejercicios de respiración, meditación, mindfulness, hacer actividad física, estar dentro de una rutina que encamine la ansiedad. Es importante aprender a no luchar con los síntomas, sino aceptarlos, poder entender y pensar la ansiedad como una ola que tiene un principio y un fin, tiene un techo, no va a ser interminable.
Y la sugerencia más importante es poder hacer una psicoterapia, ya sea psicoanálisis, gestáltica o cognitivo-conductual, poder trabajar lo que está por debajo de esa ansiedad, también los factores desencadenantes y poder de alguna forma lograr estrategias para que la ansiedad no nos sobrepase y podamos bien canalizarla y que resulte funcional y adaptativa.
¿Cómo se relaciona esto con la comida y el peso?
La incertidumbre que genera el presente contexto mundial en lo social y económico hacen que casi todos segreguemos menor cantidad de unos neurotransmisores (serotonina, dopamina y noradrenalina), cuya carencia nos genera ansiedad. Si no tenemos las herramientas necesarias para gestionar esta emoción, puede desembocar en que estemos constantemente picoteando, visitando con mayor frecuencia la heladera, abriendo la alacena para ver qué podemos comer. Un poquito de chocolate, un poquito de pan, un poquito de queso, un poquito de… y así vamos sumando de a poquitos
El problema en sí no son los alimentos que ingerimos, sino que el problema aparece cuando no sabemos escuchar el mensaje que la ansiedad tiene para nosotros, porque lo tapamos con comida. Entonces la comida se convierte en un refugio. Pero no se trata de controlar nuestra hambre, o de luchar en contra. Sino más bien, todo lo contrario. Necesitamos escuchar nuestras señales internas y nutrirlas de otras formas que no sean tan sólo con comida.
De igual manera los siguientes tips nos ayudarán a sobrellevar el momento sin que la balanza vaya en ascenso.
- Realizar 5 a 6 comidas diarias: desayuno, almuerzo, merienda, cena y una o dos colaciones a media mañana y / o media tarde. Estas dos últimas para evitar el posterior atracón. Lo ideal es rodearse de opciones livianas y saludables como un puñado de frutos secos y desecados, una porción de yogur descremado, barritas de cereales, caldos desgrasados, palitos de verduras (zanahoria, apio) y hasta un cuadradito de chocolate preferentemente amargo.
- Consumir una buena cantidad de líquidos a lo largo del día, agua de preferencia, 2 litros.
- Utilizar estevia en lugar de azúcar, incluso masticar chicle, sin azúcar puede ayudar en los momentos de ansiedad más álgidos.
- Y, por supuesto, realizar actividad física en forma regular y constante, por lo menos 3 veces a la semana, que no solo será beneficioso a nivel físico y orgánico, sino también a nivel espiritual, al aumentar la autoestima, generando autoconfianza y mejorando nuestro estado de ánimo.