Por Shannon Iturrieta
Mucho se habla de los árboles nativos, pero ¿qué es realmente un árbol nativo? Existe un gran número de ellos como parte esencial de nuestros parques públicos y en nuestros jardines. A veces lo sabemos, a veces no…
En esta nota vamos a hacer un recorrido por los árboles nativos de Salta, deteniéndonos en los más emblemáticos, pero también conociendo otros no tan utilizados en plantaciones o no tan nombrados.
Salta, territorio de enormes riquezas naturales
Nuestra provincia tiene la particularidad de tener una variadísima y contrastante topografía, lo que genera condiciones que permiten la existencia de muchos ambientes naturales distintos separados por pocos kilómetros.
Así tenemos ambientes como el bosque chaqueño, el chaco serrano, la selva de yungas con sus tres distritos florísticos: la selva pedemontana o de transición, la selva montana y el bosque montano. También tenemos al monte boreal que se desarrolla en los Valles Calchaquíes, la puna y la provincia altoandina.
Cada uno de estos ambientes tiene una vegetación característica asociada. Esta enorme riqueza natural hace que Salta sea la provincia con el mayor número de especies de plantas del país. Esto también se ve reflejado en el altísimo número de especies de árboles que son autóctonos de este territorio. Vamos a conocerlos…
Los gigantes y exuberantes seres de las Yungas
Tal vez las especies más conocidas de árboles indígenas que alinean calles y visten jardines y plazas en Salta pertenezcan a esta provincia fitogeográfica. Las exuberantes selvas del Noroeste Argentino poseen gigantescos árboles que en algunos casos han sido cultivados con fines ornamentales y comerciales.
Quizás la más emblemática de estas especies sea la tipa blanca (Tipuana tipu), que en la selva montana basal en donde crece naturalmente pertenece al estrato arbóreo de los gigantes emergentes, sobresaliendo del dosel con alturas de 40 a 50 metros. Este típico árbol utilizado para sombrear plazas, alinear avenidas y enmarcar grandes jardines es fácilmente observable en el norte y el oeste del valle de Lerma, en localidades como Vaqueros, La Caldera y San Lorenzo. Los huaicos de las Lomas de Medeiros se encuentran cubiertos por bosques de esta especie.
Otro árbol que coexiste con la Tipa Blanca en el mismo ambiente y que también se comporta como emergente en el bosque, es el pacará o timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum). Posee una copa aparasolada cuando crece en espacios abiertos, con amplias y gruesas ramas. El follaje es delicado, como el de un jacarandá y produce una vaina torsionada color oscuro, que parece una oreja.
Completa el grupo de árboles emergentes el cedro peludo o coya (Cedrela lilloi), que es otro gigante de la selva montana, muy explotado por su valiosa madera, que se lo puede observar creciendo en los sectores más antiguos de San Lorenzo, sombreando antiguas casonas.
El emblema rosado de Salta es el lapacho (Handroanthus impetiginosus), árbol típico de la selva de transición. A mediados del invierno calendario (aunque en el subtrópico representa el comienzo de la primavera), este árbol nos regala espectaculares floraciones en miles de tonos de rosa. Podemos encontrar esta especie creciendo abundantemente en Orán y Tartagal, pero también en Güemes, Metán y en la ciudad de Salta, creciendo silvestre en las Serranías del Este (Cerro San Bernardo) y alineando avenidas como la avenida Belgrano, la Sarmiento o la Reyes Católicos.
El tarco o jacarandá (Jacaranda mimosifolia) merece una mención especial, ya que su floración azul violácea lo ubica dentro del espectro de árboles únicos. A tal punto que fue inspiración de una famosa canción de María Elena Walsh. Esta especie endémica de las Yungas del NOA y sur de Bolivia nos regala sus flores entre septiembre y octubre. Llevado a las calles de Buenos Aires por el afamado arquitecto y paisajista Charles Thays a fines del siglo XIX, en la ciudad de Salta podemos ver añosos ejemplares de esta especie bordeando la avenida Sarmiento.
El ceibo salteño de ceibo de la selva (Erythrina falcata) es otro típico exponente de nuestras selvas montanas, emblemático de San Lorenzo, también lo podemos observar en Vaqueros, La Caldera y Campo Quijano. En la ciudad de Salta se pueden observar a lo largo de la avenida Belgrano. De porte significativamente más grande que el ceibo playero o ribereño (Erythrina crista-gallii)- el de la flor nacional – el ceibo de la selva nos regala sus flores entre mayo y octubre, dependiendo de las condiciones climáticas de cada año. Sus ramas de corteza rugosa sirven de sostén a muchas especies epífitas como helechos, orquídeas y bromelias.
En pleno verano (de diciembre a febrero) el carnaval (Senna spectabilis) nos alegra con sus inflorescencias espigadas color dorado brillante. De aspecto similar a la tipa blanca, aunque de menor porte, este árbol viste los carnavales, de ahí su nombre.
Finalmente para las yungas, vale la pena mencionar al cebil colorado (Anadenanthera colubrina). Habitante típico de la selva pedemontana o de transición, es el árbol dominante de los bosques del cerro San Bernardo. Tiene hojas de tipo “mimosa”, compuestas con muchos folíolos pequeños. Tiene madera roja y pesada. De sus frutos obtenían los chamanes de las tribus chiriguanas una sustancia alucinógena que utilizaban en sus rituales mágicos religiosos. Bajo el abrigo de la copa de un gran cebil expiró nuestro gran héroe gaucho, Martín Miguel de Güemes. Este árbol de crecimiento rápido es ideal para sombrear calles y crear espacios de sombra tenue en nuestro jardín.
Chaku, la gran planicie con árboles
El Chaco lleva su nombre por el vocablo quechua que significa gran pampa o planicie con árboles. Esta formación se caracteriza por ocupar las planicies del este del NOA. En este sector las lluvias son más escasas que en los cordones serranos y las temperaturas mucho más elevadas, lo que provoca períodos prolongados de déficit hídrico durante la estación seca. Por este motivo los árboles presentan adaptaciones para hacer frente a estas condiciones climáticas más duras. Es común que presenten afiladas espinas, hojas duras con cobertura cerosa o un follaje caedizo durante los meses sin humedad.
El árbol emblema de este ambiente es el taku o algarrobo, más precisamente el algarrobo blanco (Prosopis alba), que produce una legumbre comestible que fue utilizada durante milenios, la conocida algarroba. A partir de estas vainas se produce una harina muy nutritiva, al igual que una bebida alcohólica llamada aloja. Por todo esto y por la excelente calidad de su madera, el algarrobo se consideraba “el árbol” del bosque y era reverenciado por las tribus que lo habitaban. El algarrobo posee una característica copa en forma aparasolada que es sumamente ornamental cuando se recorta en el horizonte. Es un excelente árbol para plantar en zonas más secas.
Otros árboles emblema del “monte fuerte” son el quebracho colorado santiagueño (Schinopsis lorentzii) y el quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco). El primero es un primo del molle vallisto y alcanza un porte elevado, con tronco recto cuando crece dentro del bosque cerrado, pero de mayor ramificación cuando crece en lugares abiertos. Fue muy talado en el pasado, ya que su madera roja, dura y pesada se utilizaba para los durmientes del ferrocarril y para el curtido de los cueros, ya que tenía altos contenidos de taninos. Es un árbol que llega a ser imponente, digno de ser plantado como individuo aislado en un gran parque. El segundo quebracho es pariente cercano del palo rosa (Aspidosperma polyneuron) del bosque atlántico, sumamente interesante como especie, con un eje de crecimiento muy vertical, corteza blanquecina y rugosa, que contrasta muy bien con el follaje verde brillante de la copa. Vale la pena como ejemplar aislado en un jardín.
El guayacán (Libidibia paraguariensis) es un árbol muy elegante, con la corteza que se descascara como un arrayán, muy lisa y colorida. Tiene hojas compuestas, delicadas, de color salmón intenso cuando recién brotan, para pasar al verde oscuro durante el verano y al ocre o rojo en el otoño. Tiene floración amarilla y es de crecimiento muy lento. No posee espinas. Lo llaman el ébano de Latinoamérica porque su madera tiene el duramen casi negro y es extremadamente dura.
Valles Calchaquíes
Los Valles se caracterizan por la aridez extrema, aunque son surcados por ríos que nacen del deshielo de las grandes cumbres andinas. En estos valles fluviales encontramos muchas especies arbóreas como el algarrobo, el molle (Schinus areira) y el arca (Senegalia visco). Aquí nos detendremos en las últimas dos especies.
El arca es otro exponente que crece en los bosques secos de Salta, de aspecto similar al cebil colorado, aunque con la corteza fisurada longitudinalmente, de crecimiento medianamente rápido. Tiene una copa globosa bien extendida, muy ornamental. Además de los valles, también habita el chaco serrano y la selva de transición.
El molle era un árbol sagrado para los incas, tiene el follaje péndulo y persistente con finas hojas compuestas de aroma intenso, mentolado. Produce unos pequeños frutos esféricos color rosado, que son comestibles, levemente picantes, llamados “pimienta rosa”. Es un árbol que adquiere gran porte si cuenta con una buena provisión de agua cerca de sus raíces. Posee gran ramificación y una corteza que se desprende el grandes tiras retorcidas color rojizo.