Por: Lic. Romina Setti
¿Qué amas hacer? ¿Qué te gusta? ¿En qué sentís que tenés talento? ¿Cómo podés aportar? ¿Tenés claro cuál es tu propósito de vida?
El Modelo «Ikigai» es una filosofía japonesa enfocada a nuestra razón de vivir, nuestro propósito: es la combinación de tu misión, pasión, profesión y vocación. Tener claro tú “para qué” contribuye a encontrar una guía para avanzar, un rumbo consciente y vivencial mientras avanzas en tus objetivos. Aprovechar este abordaje para encender la “chispa” de tu motivación, es la clave para nuestro autoconocimiento y para poder redireccionar nuestra disciplina y constancia hacia lo que verdaderamente queremos.
Para conectarte con tu ikigai es clave reflexionar sobre los siguientes ejes:
Lo que amas hacer: Repensar lo que te gusta te ayuda a descubrir lo que te mueve a accionar, lo que te entusiasma y tus intereses. Esto te lleva a acercarte a la pasión ¿Cómo? ¡Reconociendo lo que motiva! ¿O acaso no te inspirás más y potenciás tus habilidades cuando disfrutás de una actividad, de un trabajo que te atrae, o de un hobbie? Tomá una hoja y anotá tus sueños, escribí que es lo que realmente te genera motivación: qué te acerca a esas metas, qué hace que te despiertes con ganas, qué hace moverte con actitud. ¿Cuáles son tus despertadores motivacionales? ¿Qué te incentiva a ir hacia adelante, a superarte?
Lo qué te destaca: Identificar tus fortalezas es necesario para impulsar tu confianza y potencial. Conocer tus competencias socioemocionales y tus competencias técnicas posibilita conectarte con una profesión, una carrera, una especialidad, y de esta manera trabajar de lo que te impulse y desarrolle. ¿En qué sentís que tenés know how? ¿Qué talento detectás en vos? Focalizarte en este aspecto te orienta a la autoconfianza y eso te lleva a accionar con más seguridad. Como dice la palabra, una fortaleza te da fuerzas, ¿o no? ¡Usala a tu favor!
Lo necesita el mundo de vos: ¡Gran eje! Algo que no siempre nos detenemos a pensar: ¿Qué necesita el mundo de vos? La vocación aparece cuando podés responderte esa pregunta, cuando lo que amas hacer es una necesidad del otro y podés estar al servicio, cuando te da sentido tu razón de ser. Respondete: ¿Cuál es tu valor agregado? ¿Cómo podés vincular lo que disfrutas hacer y tu talento, con tu creatividad para ser oferta para alguien? Cuando sos consciente de que estamos para algo, que existe un motivo de vivir que contribuye a un mejor mundo, te regalás una oportunidad de plenitud y orgullo.
Por lo que te pagarían: ¡Y claro! De algo hay que vivir. Si ya sabés qué podés ofrecer y disfrutar de eso, pensá cuál es tu público, tu mercado, tu cliente ideal, tanto para emprender o para trabajar en organizaciones. Tener claro cómo monetizar tus talentos, tus motivaciones y qué además, sentís que aportás una huella al entorno, genera ese “ikigai” en tu vida y te permite tomar decisiones orientadas al bienestar y a la felicidad.
Si hoy te suena muy utópico, puedo asegurarte que esto es un proceso, es un camino, un viaje con un destino más claro. No se descubre el Ikigai de un día para el otro, pero si hacés consciente el hecho de que conocer tu proyecto de vida te acerca a tus metas, va a ser una introspectiva necesaria para disfrutar más el viaje.
Una frase que me encanta dice “Viniste a ser feliz, no te distraigas” y de eso se trata.
Entonces, ¿Te animás a este método?
Lic. Romina Setti – @romi.setti
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