Luciano Garay: una vida soñada en la lírica

Por Gabriela Parentis

Disciplina y tenacidad son palabras que definen a Luciano Garay, el cantante lírico y director de coros y orquesta que viene sorprendiendo al público salteño con la increíble producción de “Noches de Zarzuela”.

En una entrevista, que gentilmente respondió a Revista abc, profundizamos sobre su trayectoria artística a la que le ha dedicado tanto, sacrificio que hoy ve sus frutos en las destacadas bondades del público.

Resultan particularmente atractivos sus comienzos, según conto, su interés por la música inició desde muy pequeño, y asegura que casi por casualidad a los 8 años, cuando vio un aviso en el diario en el que pedían voces para el Coro de Niños de la Universidad de Mar del Plata, su ciudad natal. Paralelamente, ingresó en el Conservatorio Provincial de Música para estudiar Flauta traversa y Canto. Desde ese momento hasta el día de hoy no dejó de investigar y nutrirse de la música en todos sus aspectos y géneros.

Pero la dinámica carrera de Garay sigue con historial que pocos tienen, cuando terminó el colegio secundario se mudó a la Ciudad de Buenos Aires en donde ingreso al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Afortunadamente enseguida empezaron a contratarlo para cantar junto a la Academia Bach y diferentes compañías independientes. En Buenos Aires había muchas posibilidades de estudiar con grandes maestros de Europa que eran invitados a dar clases magistrales por diferentes fundaciones que existían en ese momento,fines de los años 80, y claro  no se perdía ni una sola de esas oportunidades para aprender con cantantes reconocidos.

En uno de esos cursos, dictado por el tenor Aldo Baldín, fue invitado por el maestro a continuar sus estudios en la Staatliche Hochschule für Musik de Karlsruhe, en Alemania, y hacia allí partió, luego de haber sido seleccionado como finalista del Concurso Internacional Pavarotti, en el año 1992. Luego de un tiempo en Europa decidió radicarse en la Argentina y aquí continúo con su carrera, cantando en el Teatro Colón y en diversos teatros de Europa y Latinoamérica. Desde hace unos quince años, en paralelo a la carrera como cantante, empezó a incursionar en la dirección de coros y orquestas, que es algo que también le da mucho placer hacer, y que tuvo la oportunidad de aprender trabajando junto a grandes maestros en el Teatro Colón.

Sin más preámbulo, compartimos la palabra del Maestro Luciano Garay, un personaje único y del que vas a querer conocer más.

¿Qué hizo que se decidieras por la música lírica?, ¿A qué edad fue esto?

Después del coro de niños, cuando era adolescente, allá por el año 83, pasé a integrar el Coro Juvenil de la Universidad de Mar del Plata y luego el Coro de Cámara. Uno de mis compañeros del conservatorio me prestó las tres cassettes de la ópera La Flauta Mágica de Mozart, y quedé maravillado por esa música. Luego fui teniendo participaciones como solista junto con el coro, en algunas cantatas de Bach, y ya para ese momento decidí que quería dedicarme a la ópera.

¿Qué valor tiene ser cantante lírico hoy?, ¿Cuál es la recepción del publico salteño?

Ser cantante lírico en Argentina es una carrera compleja que implica muchos sacrificios y renuncias, ya que en nuestro país no existe un mercado ampliado como para poder “vivir” de eso: tenemos el Teatro Colón, que en los últimos años ha tenido temporadas de 5 o 6 óperas, y un par de teatros en algunas provincias que desarrollan temporadas más cortas, pero la oferta laboral es infinitamente menor a la demanda, lo que nos obliga a los cantantes a desarrollar nuestras carreras en el exterior para poder sostenernos económicamente. Eso implica tener que viajar varias veces en el año y pasar muchos meses sin ver a la familia (el montaje de cada ópera lleva bastante tiempo de ensayo). En el momento en que nació mi primera hija y vi que me estaba perdiendo etapas muy importantes de su crecimiento por estar siempre de viaje, me replanteé mis objetivos y empecé a viajar menos. Afortunadamente, desde mi debut en el Teatro Colón de Buenos Aires en el año 1992 hasta la actualidad, fui convocado para participar ininterrumpidamente en todas las temporadas. Tiempo después busqué “escapar” de CABA porque consideré que no era una ciudad adecuada para que mis hijos crecieran: quería para ellos una infancia como la mía, no en una gran ciudad. Inicialmente mi destino y el de mi familia era otro, pero por una serie de casualidades y porque quedé encantado con los paisajes norteños y con las increíbles voces de los salteños, fue que decidimos mudarnos aquí.

En cuanto a la recepción del público salteño, siempre ha sido muy afectuosa. Es un público que está habituado a escuchar zarzuela, una tradición muy arraigada en la provincia. Se han presentado varios títulos a lo largo de los años, en gran parte a instancias de Jorge Velarde (hoy fallecido, lamentablemente), quien era un amante del género e impulsaba personalmente todas las producciones. Desde mi llegada aquí he trabajado intensamente para poder también ofrecerle producciones de ópera a los salteños, y así fue como participé en los montajes de Traviata, Rigoletto, Barbero de Sevilla, etc., ya sea cantando, gestionando el préstamo de vestuario de teatros como el Argentino de La Plata, dirigiendo o produciendo (o haciendo varias de esas labores juntas). Es un enorme desafío y un esfuerzo titánico producir una ópera, pues es un género que engloba distintas artes, en donde hay que contar con cantantes-actores, una orquesta completa, escenografía, vestuario, iluminación, etc.; es una disciplina en donde intervienen muchas personas, lo que la hace muy costosa y difícil de llevar a cabo. Gracias a la unión de voluntades  y el interés de organismos como la Secretaría de Cultura, asociaciones privadas como Salta Lírica y el apoyo de patrocinadores privados, es que se puede llevar adelante este tipo de espectáculos.

Además de la llegada al público salteño, considero imprescindible, en mi función como director del Departamento Vocal y Coral y como director artístico de Salta Lírica, contribuir activamente en la formación integral (técnica, interpretativa y de práctica escénica) de los cantantes salteños para que, quienes quieran dedicarse al género lírico o a la música que llamamos “académica”, no tengan la necesidad de emigrar a Buenos Aires. En ocasión de ser invitado a cantar en esta hermosa provincia, antes de radicarme definitivamente aquí, tuve la oportunidad de brindar una masterclass y quedé maravillado por la calidad de las voces y el talento de los salteños para cantar, algo que no había escuchado en ningún otro lado. Es por eso que en estos siete años me he dedicado a la formación de cantantes y a posibilitarles el acceso a educación de calidad de manera gratuita, ya sea a través del Departamento Vocal y Coral, como organismo estatal, o de Salta Lírica, que es una asociación sin fines de lucro que recibe becarios, con la intención de facilitarles su desarrollo profesional en este género tan difícil.

Dentro de las particularidades que seguro son varias, ¿Cómo consigue cuidar su voz?, ¿Cuál es su estilo de vida?

En realidad no soy muy cuidadoso con mi voz, no encajo con el estereotipo del cantante de ópera que podemos encontrar en la literatura. Sí soy plenamente consciente de qué cosas hacen mal, y cuáles hacen bien para un cantante, como por ejemplo tener una dieta saludable y hacer ejercicio, no fumar ni tomar alcohol y, sobre todo, tener un buen descanso con un mínimo de horas de sueño. No puedo decir que cumpla con todas esas condiciones en mi vida diaria, pero cuando estoy con funciones o tengo que interpretar algún rol que es más complejo técnicamente, trato de ponerlas en práctica.

Con la pandemia, el año pasado no se realizaban presentaciones, por ende estuvo un tiempo sin cantar ¿Cómo fue esa etapa?

El tiempo del aislamiento fue muy difícil para todos, y los artistas no escapamos a esa generalidad. Afortunadamente nos fuimos adaptando y, a pesar de no poder subir a un escenario, que es nuestro medio natural, conocimos nuevas formas de expresar nuestro arte a través de contenidos realizados desde casa. En mi caso particular, trabajo como director del Departamento Vocal y Coral del Instituto de Música y Danza de la provincia, y realicé junto a los integrantes del Estudio Coral y solistas, muchos videos de obras de diferentes géneros con la característica que llamamos “desde casa”. Fue un gran desafío porque la organización para preparar ese contenido es muy diferente de lo que estábamos habituados a hacer: ensayos presenciales y conciertos sobre el escenario. Esta nueva modalidad requería elegir la obra y enviarles a los cantantes un video con mi dirección, que ellos grabaran el audio de su parte sobre eso, me lo enviaran, yo ensamblara los treinta audios y les devolviera esa pista editada para que ellos, con esa guía, pudieran grabar el video. Luego me enviaban esos videos y yo hacía la edición para publicarlo en las redes del Departamento Vocal y Coral y las de Cultura de la Provincia. Eso me llevó a tener que perfeccionarme en el uso de software de edición de audio y video, por lo que este tiempo de encierro lo dediqué al estudio de estas nuevas habilidades que necesitaba utilizar. Durante la cuarentena también fui convocado para dirigir a la distancia al Coro Polifónico de Córdoba, una agrupación por la que guardo un profundo afecto. Como cantante realicé unos cuantos videos para la agrupación CLARA (Cantantes Líricos Asociados de la República Argentina), de la cual soy miembro fundador, agrupación que nació justamente a causa de la necesidad de los cantantes líricos de buscarle una salida a la interrupción de las actividades. Junto a colegas de Buenos Aires, con quienes teníamos muchas ganas de trabajar juntos y, por las diferentes agendas de cada uno, no podíamos coincidir en un escenario, nos dimos el gusto de realizar también unas cuantas de esas producciones. De alguna manera, esta situación de encierro me llevó a reencontrarme con excelentes músicos con los que hacía tiempo que no trabajaba, y nos permitió compartir nuestro arte con estos nuevos contenidos realizados a la distancia.

Si no fuera un artista, ¿qué estaría haciendo ahora? ¿Alguna vez se le paso por la cabeza dedicarse a otra cosa?

Cuando era muy pequeño quería ser “hombre rana” (buzo), jajaja, y durante algún tiempo trabajé de guardavidas, disfrutando el contacto con el mar (que hoy extraño tanto), pero en cuanto me acerqué a la música supe que eso era lo que quería hacer durante toda mi vida. Como cantante, como director o como instrumentista, pero inmediatamente supe que la música iba a ser una parte fundamental de mi existencia.

¿Cuál es la mayor dificultad a la que se enfrenta un cantante lírico a la hora de subir a un escenario?

Las dificultades son diversas, no sé si podría poner alguna por encima de otra, porque dependen mucho de la producción o de la situación específica en la que nos encontramos. Alguna de las cosas que nos quitan el sueño a los cantantes es olvidarnos la letra, que el agudo no nos salga como queremos, tropezarnos en el escenario y cosas así, pero en el momento en que estamos en escena todo eso se disipa y pasa a segundo plano, y lo que prevalece es el disfrute del hecho artístico en sí mismo.

¿Lo más gratificante de su profesión?

Creo que me siento un privilegiado por poder vivir de lo que me gusta. Por, a mis cincuenta años, seguir disfrutando de la música como en mis primeros acercamientos a este arte y, sobre todo, seguir jugando arriba del escenario. Creo que eso es lo más gratificante, junto con el aplauso del público.

¿Qué repertorio prefiere cantar?

Tengo gustos muy eclécticos, transito por diferentes repertorios y a todos los abordo con el mismo entusiasmo y pasión, pero si mañana me forzaran a elegir sólo uno para interpretar el resto de mi vida, con seguridad elegiría la música de cámara y las óperas de Mozart y Verdi. Es un repertorio que necesito hacer cada tanto, que se me plantea como una necesidad artística de expresión.

¿Qué proyecta laboralmente en este 2021?

A pesar de que ya nos habituamos a esta “nueva normalidad” de barbijos, distanciamiento y alcohol en gel, e incluso con la llegada de la vacunación anti Covid-19, este es un año que nos plantea mucha incertidumbre en cuanto a las posibilidades de realizar lo que proyectamos, ya que el desarrollo de las actividades artísticas está regido por los vaivenes de las restricciones que se plantean de acuerdo al número de contagios. De todas maneras, soy muy inquieto y continuamente estoy creando nuevos proyectos para presentar en Salta. En estos momentos estamos terminando con las funciones de “Noches de Zarzuela”, un espectáculo que estuvimos presentando durante el mes de marzo en el Teatro Provincial, coproducido por la Secretaría de Cultura y Salta Lírica, en el que intervinieron cantantes salteños, el Estudio Coral del IMD y bailarines del Ballet Folklórico de la provincia, con dirección de escena de Gustavo Carrizo, coreografías de Daniela Pérez, Julio Menéndez al piano y dirección musical mía. Una prueba piloto de regreso al escenario que nos salió muy bien. Lo hicimos con un grupo reducido del Estudio Coral, y en los números grupales los intérpretes cantaron con el barbijo puesto. El aforo reducido en el público, y manteniendo la distancia de las butacas. Algo impensado tiempo atrás, pero que hoy pudimos ver que es perfectamente realizable. Para más adelante tengo planificadas como director del Estudio Coral varias presentaciones, que incluyen un homenaje a Güemes, varios conciertos con nuevo repertorio y un ambicioso proyecto para realizar hacia fin de año con cantantes, instrumentistas y bailarines de toda la provincia, capital e interior. Uno de mis sueños es lograr, a través del Departamento Vocal y Coral, que cada uno de los sesenta municipios salteños tenga su propio coro; sé que es un proyecto que llevará varios años y mucha gestión, pero hacia allí camino. Como cantante solista fui convocado para realizar un concierto de música de cámara de Schubert en el Teatro Colón de Buenos Aires y la ópera “El Cónsul” de Menotti, también para la temporada del Colón de Buenos Aires. Esperemos que el desarrollo de la pandemia permita que puedan realizarse todas estas funciones, con el protocolo necesario. Parece que el virus llegó para quedarse, y los artistas tenemos que poner en marcha nuestra creatividad para aprender a convivir con él.

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