Por Santiago de los Ríos
Es posible hacer un evento cuidando el medio ambiente a través de varias prácticas y decisiones conscientes.
Elegir un lugar con enfoque sostenible, es el primer paso para encausar el resto de las decisiones y en este sentido, podemos pensar en sitios que cuenten con un sistema de energía renovable, con gestión de residuos eficientes y en los que se promueva la conservación del agua y la biodiversidad.
Luego aplicaremos a cada ítem de gestión del evento, el criterio de reducción del impacto ambiental, minimizando el uso de recursos naturales. Un ejemplo claro y posible, es optar por utilizar vajilla y cubiertos reutilizables en lugar de plásticos desechables. También es aconsejable como tendencia, el hábito de fomentar el reciclaje proporcionando contenedores adecuados y educando a los asistentes sobre la importancia de separar los residuos correctamente.
Otra forma de cuidar el medio ambiente en un evento, es intentar reducir la emisión de gases de efecto invernadero. La elección de opciones de transporte sostenibles, el uso compartido de vehículos o la utilización del transporte público cercano al lugar del evento, son opciones que colaboran en ese sentido. Y si se trata de pensar a largo plazo, toda propuesta innovadora debería tener entre sus objetivos, el compensar las emisiones de carbono generadas por la actividad, mediante la inversión en proyectos de energías renovables o reforestación.
Asimismo, integrar la sostenibilidad en las actividades de capacitación de gestores de eventos, no es un tema menor. Talleres educativos sobre cuestiones ambientales, como la conservación de especies o la reducción del consumo de agua y energía, podrían formar parte de un programa de actualización permanente. También ofrecer opciones de comida y bebida orgánicas y locales, permitiría reducir la huella ambiental asociada con el transporte y la producción de alimentos.
Si pensamos que un evento convoca actores diversos de la sociedad, entonces resulta indispensable involucrar también a los asistentes en la protección del medio ambiente durante el transcurso de una celebración. Proporcionar estaciones de recarga para dispositivos electrónicos, fomentando así el uso de energía renovable, puede ser una idea plausible. Y hasta animarlos, por qué no, a participar en actividades de voluntariado ambiental, como la limpieza de áreas naturales o la siembra de árboles.
Por último, medir y evaluar el impacto ambiental del evento, debería ser una premisa ineludible y de abordaje en todos los casos. Esto implica realizar un seguimiento de los recursos utilizados, los residuos generados y las emisiones emitidas. Con esta información, se pueden identificar áreas de mejora y establecer metas más ambiciosas para futuros eventos.
En resumen, planificar un evento social cuidando el medio ambiente, no sólo no es imposible, sino que en nuestros días se impone como algo necesario y hasta imprescindible. Al adoptar estas prácticas, podemos optimizar el disfrute y la alegría de compartir, con la tranquilidad de haber honrado ese espacio que nos acoge, respetando y conservando su entorno natural.