Por Laura Masó – @laurapmaso
Jardines con Alma
masolaura@hotmail.com
“Si quieres ser feliz una hora, bebe un vaso de vino;
Si quieres ser feliz un día, cásate;
Si quieres ser feliz toda tu vida, hazte jardinero.”
Proverbio chino
Vivimos una pandemia, el 2020 fue un año muy difícil de atravesar, cada uno lo llevó como pudo, tratando de gestionar las emociones para poder recobrar la alegría, la esperanza y la tan ansiada “normalidad”. El 2021 se presentó intenso, está llegando a su fin, y no fue fácil transitarlo pero estamos aquí para ir por más y sanar.
Hoy más que nunca suscribo este proverbio. Soy jardinera de nacimiento, lo llevo en la sangre y me apasiona la naturaleza necesito sentirla cada día, me hace feliz. La respeto y entiendo que soy una parte pequeña de ella pero no me pertenece. Sé que no a todos les ocurre lo mismo, pero lo vivido hizo que las personas se acerquen al verde y eso sí que fue bueno.
No creo que sea una moda, fue una necesidad la que llevó a repensar un cambio de vida, y descubrir la importancia de tener mayor contacto con la naturaleza.
El jardín es un pedacito de naturaleza que tenemos a la mano. No importa si es grande o si simplemente tiene el tamaño de una maceta, lo que cuenta es lo que nos provoca al tenerlo a nuestro alcance.
Las plantas son seres vivos. Tenerlas significa aprender a cuidarlas, observarlas, descubrir sus necesidades, y en ese camino comienza el aprendizaje. La naturaleza tiene sus modos, su tiempo y se rige por ciclos. Nos enseña a observar, cultivar la paciencia y la humildad.
Y en ese contexto llegaron las Huertas, para traer felicidad a grandes y niños sin exagerar.
Cuanto placer da plantar las semillas, verlas brotar, descubrir cómo se van transformando y esperar la recompensa que llega con la cosecha, toda una aventura. A los pequeños les encanta cosechar y comer lo que plantaron y cuidaron, es un juego que deja mucha enseñanza.
Aprenden lo ricas que son las raíces cuando comen una zanahoria o un rabanito y que los tomates, el zapallo o los pimientos son frutos que llevan semillas en su interior que pueden volver a sembrarse. Que las hojas de muchas plantas como la lechuga, espinaca o rúcula se comen pero que si no las cosechamos la planta florece y algunas de esas flores también se comen o podemos cortarlas para los floreros. Los grandes también aprenden todo esto y se maravillan cual niños. Descubrir que lo que comemos del alcaucil es un pimpollo y que si no lo cortamos nos regala una flor que es soñada. Saber que cuando tenemos una huerta estamos contribuyendo a que muchas especies animales se alimenten y encuentren refugio, que las abejas son nuestras aliadas y que no hay que matarlas, ellas trabajan muy duro para que nosotros podamos vivir en este mundo. Sin ellas la vida sobre la tierra desaparece, cómo no protegerlas.
Si todavía no tenés tu propia huerta, ahora es muy fácil encontrar semillas o plantines en distintos lugares. Los viveros tienen los clásicos y una gran variedad de aromáticas que también se usan mucho.
Si ya estás a full con la tuya y querés avanzar con otras especies más exclusivas y experimentar nuevos sabores les recomiendo un lugar para comprar, se llama HUERTA SAN FELIPE, pueden buscarlos en Instagram, tienen de todo, (Kales, Mostazas, variedad de cherries, variedades de ajíes y pimientos, acelgas de colores) hacen ferias algunos sábados o podes ir hasta Atocha y conocer su trabajo, es una fundación que tiene su fuerte en el trabajo social con la gente de la zona. Mujeres y hombres con los que trabajan para ayudarlos a transformar su vida desde la cultura del trabajo.
Vamos por un mundo lleno de huertas y verduras fresquitas.
Los invito a sembrar en los niños, en los jóvenes y en los adultos también la práctica de la jardinería, seamos jardineros, seamos felices.
Que el verde no sea una moda sino un estilo de vida en donde encontrar un lugar para cuidar el alma.