Descubrí cómo el milenario oficio de ceramista se transforma en arte de la mano de la profesora Delia Ruffini y enamorate vos también de esta técnica que puede convertir tus espacios en un ambiente exclusivo con diseños únicos.
Por Gabriela Parentis
En una época en que las ideas se convierten en emprendimientos, la cerámica parece ser algo nuevo para muchos, un mundo que nos permite jugar con las formas, los volúmenes y las texturas para crear ambientes especiales.
Delia Ruffini es una amante de este arte y con cada una de sus obras nos muestra que el trabajo artesanal todavía sigue imprimiendo el espíritu de su autor. Pulso, minuciosidad y mucho talento es lo primero que reconocemos al observar su tarea.
En Revista abc, te presentamos la historia de esta profesora que hoy comparte sus experiencias en talleres con un sinfín de personas que pasan por sus clases y buscan conocer de este oficio que en la actualidad también atraviesa un proceso de revalorización; la cerámica es la estrella, tanto como pasatiempo y como objeto de decoración.
Delia es cordobesa, pero está radicada en Salta, por su matrimonio, hace ya varios años. Según nos contó siempre se sintió atraída por la cerámica y esta afición le ha permitido expresar su veta artística.
“Mis primeros pasos han sido en talleres particulares, como los de Coca Escoda y de Jorge Marino. Luego ingresé a la Escuela de Bellas Artes Tomás Cabrera para cursar el profesorado de Artes Visuales con especialidad en cerámica”. Así comenzó el camino que ha conseguido hacerse en el mercado local, produciendo piezas que son verdaderas obras de arte.
Esta vocación fue ganando terreno en su vida a partir de la inspiración de ceramistas como Josep Llorens Artigas, Emmannuel Cooper y los maravillosos ceramistas japoneses, asegura. Y a diferencia de otros profesionales, Delia Ruffini ha desarrollado su talento en esta práctica desde la creación de piezas que son pura delicadeza.
“Mi trabajo es especialmente en arcillas con chamote, coloreadas, que preparo yo misma. No utilizo para su decoración esmaltes predeterminados, prefiero dejar que la pieza me guíe hacia su color, y mi inspiración siempre está en la propia naturaleza, intentando, por supuesto, ser respetuosa con el medio ambiente. En general, no hago cerámica utilitaria, salvo algunas producciones limitadas. Me inclino hacia las vasijas escultóricas”. Sus objetos de cerámica son cálidos, imperfectos y únicos.
Como práctica, la cerámica ofrece un equilibrio ideal en medio de la vorágine de la rutina y la vida acelerada; permite conectarse con la improvisación individual y soltar las preocupaciones. Esta técnica que tiene unos 26.000 años, está viendo un nuevo renacer y como Delia asegura, “cualquier persona debe ser capaz de hacer cerámica, sólo son necesarios deseos y trabajo constantes. La inspiración no nace espontáneamente, se gesta por ese trabajo».
Hoy más que nunca, su taller es un refugio para sus alumnas, esa comunidad que fue tallando a lo largo del tiempo y que le abrió un nuevo mundo en lo personal, compartiendo lo aprendido en arte con un toque humano.