Si hablamos de ciencia ficción, se tiene que nombrar obligatoriamente a Isaac Asimov. Sus novelas han dejado una profunda huella en películas y novelas posteriores. Presentan al conjunto de la humanidad de una forma muy similar a la actual: con miedos, temores, religiones, política, leyendas, guerras, etc. Los imperios se crean y se destruyen, se alzan y caen. Con respecto a sus novelas de la saga La Fundación, vemos cómo el Imperio Galáctico está en declive tras miles de años de control político sobre casi toda la Galaxia conquistada por seres humanos.
En la primera novela titulada Fundación se nos presenta a Hari Seldon, doctor en psicohistoria, una rama ficticia de la psicología que ideó Asimov sobre las reacciones de conglomeraciones humanas ante determinados estímulos sociales y económicos. Es decir, con la psicohistoria se intenta predecir
el futuro de una sociedad. Cuanto mayor es el número de personas sobre el que se aplica, se disminuyen las posibilidades de desviación en las predicciones psicohistóricas.
Por ejemplo, con miles de personas no funciona bien, con millones algo mejor, con miles de millones, mucho mejor. Hari Seldon, mediante herramientas matemáticas de la psicohistoria, predice que el Imperio Galáctico cuya capital política está en Trántor será destruido y toda la Galaxia se convertirá en un caos, con muerte y hambre durante miles de años. Él tiene un plan, que consiste en montar una sociedad basada en la ciencia y la tecnología, y establecerla en un planeta llamado Términus en el extremo de la Galaxia: es La Fundación. Una vez que el Imperio se empiece a desmembrar, esta pequeña población de 100.000 habitantes empezará a crecer y anexionar otros planetas y regiones hasta que llegue el punto en el que se convierta en el Segundo Imperio Galáctico usando la capacidad que los otros perdieron, la Ciencia.
Es una saga que engancha, a pesar de que no hay continuidad de personajes (al fin y al cabo abarcan varios siglos de duración) y fue escrita en un principio para publicarse como relatos cortos o publicaciones periódicas en revistas de la época.
Asimov también hace hincapié en la capacidad de los pueblos en conquistar y extender sus redes de influencia mediante superioridad tecnológica, religión, política, comercio y, cómo no, superioridad militar. Muchos pueblos se pueden resistir al avance de la tecnología por una fuerte ideología, pero terminan cayendo por aquellos que sí han invertido en ella. INVERTIR. Esa es una de las muchas lecciones que nos hace llegar Asimov. La Fundación invierte fuertemente en ciencia y tecnología, en cambio, muy poco en armamento porque “la violencia siempre es el último recurso del incompetente”.
La Fundación primero extiende sus redes “haciendo favores” a otros pueblos, ¿te recuerda algo? Segundo, imponiendo una religión a aquellos pueblos que son dependientes de su tecnología para que terminen viendo a La Fundación como su salvadora, poseedora de la verdad.
Estas novelas también resaltan lo frágil que puede ser la Historia. Los seres humanos han conquistado la Galaxia y llevan realizando viajes hiperespaciales durante miles de años, pero han olvidado de dónde vienen. La Tierra se ha perdido en miles de años de Historia, se desconoce su posición y qué es lo que le pasó. Consideran extraño que los miles de millones de seres humanos que hay esparcidos por toda la galaxia provengan de un solo planeta. Algunos piensan que la Tierra fue barrida por bombas nucleares en medio de una guerra, otros que los humanos envenenaron el planeta y huyeron. Nadie sabe lo que pasó y la Tierra sólo es una leyenda romántica para unos pocos historiadores que buscan la verdad.