Wislawa Szymborska fue creadora de uno de los puntos màs altos de la poesìa del siglo XX. “Dos puntos”, su ùltimo libro, es quizà el primero que debamos leer para iniciarnos en los versos de esta exquisita escritora.
Reconozco que siempre que reseño algo de poesía me siento inseguro: no es precisamente mi especialidad y tengo miedo de decir obviedades, superficialidades o, bueno, tonterías. Pero ahora que por fin (una amiga me lo prestó hace ya demasiado tiempo) acabo de terminarme estos “Dos puntos” de la poetisa polaca Wislawa Szymborska (Premio Nobel de 1996, para quien lo recuerde), no podía dejar de reseñarlo por culpa de estos miedos; y creo que nadie debería dejar de leerlo, por ningún otro motivo.
Lo primero que me llama la atención en la poesía de Szymborska es que tiene un estilo sorprendentemente llano, sencillo, casi oral (de hecho, varias de sus poesías, como «El viejo catedrático» o «Entrevista con Átropo» tienen forma de diálogo). Quienes creen que la poesía es difícil deberían leer a Szymborska. Una de ellas comienza, por ejemplo:
“Darwin.
Dicen que para descansar leía novelas.
Pero tenía sus exigencias:
no podían terminar de forma triste.
Si daba con una así,
furioso la arrojaba al fuego”.
Como se puede ver en este fragmento, la poesía de Szymborska tiene un componente narrativo importante. El último de los poemas del libro, muy significativamente, dice: «De hecho, cualquier poema / podría titularse ‘Instante'». Y eso es lo que encontramos en poemas como «Accidente de tráfico», «Perspectiva» o «La cortesía de los ciegos»: momentos cotidianos o no tan cotidianos retenidos en el tiempo por el poder de la palabra y captados por una perspectiva poética que los desautomatiza.
Porque ese, el de no sorprenderse, el de no preguntarse ni buscar lo desconocido, es el peor pecado que puede cometer un poeta, la peor catástrofe que le puede suceder («El horrible sueño de un poeta»). En otro poema, el que más me ha gustado del libro, Szymborska se lamenta:
“Ayer me porté mal con el cosmos.
Viví todo el día sin preguntar por nada,
sin sorprenderme de nada”.
Solo hay un motivo por el que no le he puesto un «Imprescindible» a este libro, y es que pasa demasiado rápido, deja una sensación de levedad. Uno se queda con ganas de más, de bastante más. Si algún día me hago con unas buenas Obras Completas de Szymborska, entonces seguro que sí que les pondré un «Imprescindible» como una casa. Seguro.