
Por Cecilia María Abeleira | Licenciada en Nutrición, MP 036 | Certificación Abordaje No Dieta Centro Katz | www.matersalta.com | IG: @viandass_ssaludables
En los últimos tiempos, el monopolio del trigo como harina ha sido desbarrancado por un amplio abanico harinoso. Harina de arroz, de algarroba, de avena, harina de centeno, de quínoa, de almendras, de castañas, de maíz…, es decir, una gran variedad que se obtiene al moler el grano del cereal, pseudocereal, fruto seco o legumbre.
Dentro de cada tipo de harina encontramos las integrales y las refinadas. Las integrales son más nutritivas que las refinadas porque se obtienen del grano entero y, por lo tanto, mantienen todas sus propiedades nutricionales porque no se ha eliminado ninguna parte de este. Cabe recordar que las harinas de trigo, cebada, centeno y algunos tipos de avena contienen gluten en su composición, proteína a la cual los enfermos celíacos presentan intolerancia.
Ahora bien, ante tanta variedad en la oferta, como consumidores es sumamente importante conocer de qué se trata cada producto, su aporte nutricional, su composición, sus ventajas y desventajas en las preparaciones culinarias.
Vamos a ir conociendo en esta y otras notas algunas de las harinas antes mencionadas.

HARINA DE ALGARROBA
Comenzamos con esta, no por orden de importancia, sino, si me lo permiten, por curiosidad personal. Últimamente encontré muchos posteos que la usan como ingrediente y me aventuré a cocinar unos brownies que tuvieron aprobación familiar. Vamos a ver de qué se trata:
La algarroba pertenece a la familia de las legumbres; sus vainasmaduras y sin semillas (a las que se denomina pulpa) se deshidratan, se tuestan y se muelen para obtener un polvo muy fino, y así obtener harina de algarroba, aromática y muy dulce, lista para utilizar en la cocina o para agregar a licuados, yogures, etc. No necesita ser cocinada. Las semillas que no son utilizadas en la molienda poseen un endospermo interior de color amarillento llamado garrofín, que molido en forma de harina se utiliza en industrias químicas con aplicaciones farmacéuticas, cosméticas y textiles. Y también tiene usos alimentarios como aditivo. Se puede encontrar comercializada tal cual, como ingrediente para usar en casa, como sustituto del cacao o como una harina más, sin gluten, y con un sabor dulce muy peculiar.
En cuanto a su valor nutricional, es un alimento bastante energético, rico en carbohidratos, pero de bajo índice glucémico. Es decir que esos carbohidratos son de absorción lenta, liberan poco a poco la energía y evitan los picos de azúcar en sangre. Esta harina tiene, además, una importante cantidad de fibra, lo que colabora con la saciedad, y aporta minerales como hierro, calcio, magnesio, zinc y fósforo, además de algunas vitaminas del grupo B y vitamina A. Es baja en grasas y, como ya mencioné, no contiene gluten, tampoco cafeína como el cacao.

Entre sus propiedades también se le adjudica un efecto prebiótico, porque sus fibras ayudan a mejorar la flora intestinal fermentativa. Es considerada antiinflamatoria, antibacteriana y de gran poder saciante.
En nuestro país se consume básicamente de dos formas, una vinculada a grandes empresas alimentarias (ARCOR, GEORGALOS), que la utilizan para la fabricación de galletas, y otra, en menor escala, en la que forma parte de las tradiciones culturales y de la agricultura familiar de la región chaqueña, elaborada en forma artesanal para autoconsumo y comercialización en ferias de la zona.
El Código alimentario argentino la incorporó en septiembre del 2010 (artículo 681 bis).
Como ven, son muchas las bondades que se le adjudican a esta harina. Particularmente, creo que es un alimento que merece probarse, no solo por nutritivo y sabroso, y por los beneficios que posee a nivel de la flora intestinal, sino también porque representa una manera de incorporar nuevos productos «naturales», disminuir el consumo de refinados y enriquecer nuestros platos. A continuación, les dejo la receta de los brownies, por si se tientan y deciden probarlos.
BROWNIE DE ALGARROBA
Ingredientes:
140 g de harina de algarroba.
120 g de harina de trigo.
250 g de manteca o ghee.
4 huevos medianos.
200 g de azúcar mascabo.
100 g de nueces picadas.
Preparación: batir los huevos y reservar. En un recipiente, echar la manteca previamente derretida a fuego lento. Añadir el azúcar y los huevos, remover con una varilla. Precalentar el horno a 180º. Agregar las harinas tamizadas y remover hasta obtener una masa muy fina, añadir las nueces y retirar del fuego. En un molde bajo, colocar aceite en spray y verter la masa. Hornear unos 25/30 minutos. Si al pinchar con un palito de madera, este sale húmedo, pero sin masa cruda pegada, dejar enfriar y cuando esté tibio desmoldarlo.
Ociones de esta receta:
- cambiar la manteca por ghee para obtener un sabor más suave.
- añadirle a la masa ralladura de cítricos (limón, naranja o lima) para un toque especial.
- añadirle a la masa una cucharada sopera o máximo dos de algún licor.
- se puede hacer una versión sin gluten si cambiamos la harina de trigo por harina de almendras, de garbanzos o de arroz.