Por padre Oscar Ossola | Cura párroco de San Lorenzo
Según la tradición oral, a principios del 1700, don Gabriel de Torres y Gaete hizo pintar en el Perú, para su finca de El Pucará, un cuadro al óleo de un Cristo crucificado con la Virgen María y el apóstol Juan a sus pies, réplica del que era muy venerado en Vilque, distrito de Puno, como el «Señor de la Salud»o«Señor de Vilque».
Cuando el cuadro cuzqueño era trasladado desde Perú hacia la región de Cuyo, hicieron noche a unos 40 kilómetros de Salta, en la importante feria del Sumalao; al continuar el viaje, se dieron cuenta de que faltaba la mula que traía el cuadro. Volvieron a buscarla y la encontraron en Sumalao debajo de un algarrobo. Tres veces pasó lo mismo hasta que en la tercera descargaron el cuadro y la mula recién se levantó y caminó. Esto se interpretó como un signo de la Voluntad Divina. Dejaron el cuadro al cuidado de los lugareños y bajaron a la ciudad a dar informe de lo ocurrido, lo que se propagó rápidamente, generando mucha devoción.
“Sumalao” es una voz quechua que significa “lugar hermoso”. La fiesta del Santo Cristo no tiene un día calendario fijo, sino que depende de la Pascua de cada año: el octavo domingo después de Pascua, fiesta de la Santísima Trinidad, es también la gran fiesta del Señor de Sumalao, que convoca a miles de devotos peregrinos, agradecidos y suplicantes. En este año de pandemia, la fiesta del Santo Cristo fue el domingo 30 de mayo y, por razones sanitarias, las celebraciones fueron seguidas “virtualmente” por miles de devotos, como ya había sucedido en el pasado 2020. Los tradicionales viernes de abril y mayo permitieron a grupos muy reducidos llegarse a honrar al Santo Cristo presencialmente.
El presbítero Pablo Castro fue cura párroco del pueblo de La Merced y es el autor del libro El Santuario de Sumalao (Salta, 2013, Editorial Hanne), que brinda datos sobre el Santo Cristo como también sobre su santuario, remontándose desde el siglo XVIII, cuando el centro sagrado era conocido como “el humilladero” por la penitencia que profesaban los peregrinos, hasta la actualidad. Monseñor Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta, prologa esta obra y me parece sumamente interesante compartir algunos de sus conceptos con los lectores de “ABC REVISTA”.
“…en medio de los campos del Valle de Lerma, el santuario de Sumalao se constituye en faro, hogar y manantial. El Santuario del Sumalao es un faro de luz que ilumina y atrae porque en su seno encontramos al Señor «rico en misericordia», al Cristo de los pobres que nos enriquece con su perdón. Desde los comienzos de la devoción, los fieles han llegado ante la imagen de Jesucristo crucificado seguros de encontrarse con la Misericordia de Dios. EI mismo nombre de «humilladero» con el que se lo conocía, nos habla de la conciencia del hombre que se reconoce pecador y que tiene la certeza de encontrarse allí con la palabra que le trae la misericordia del Padre.
EI Santuario del Sumalao es un hogar que alimenta la vida de familia, la vida de la Iglesia. Son muchos los fieles que peregrinan en familia, que rezan por sus familias, que se comprometen como familia. Durante los días de la Novena crece la multitud. Aun los que llegan por intereses económicos, como vender algún producto o ganarse unos pesos organizando juegos, son envueltos en el clima de piedad que se acrecienta cada año. EI Señor atrae: «cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí» (Juan 12,32) y nos reúne en su familia, en su Iglesia. La fiesta del Señor se celebra el domingo de la Santísima Trinidad. EI hogar arcano de la humanidad está en Dios y ese Dios que es familia nos convoca a ser su familia a través de la imagen bendita del Sumalao.
EI santuario del Señor del Sumalao es también un manantial. La imagen restaurada permite ver que la cruz es un árbol verde, un árbol de vida. Celebrar al Señor constituye una renovación profunda del corazón que compromete gozosamente la vida de los fieles. Quien ha celebrado su fe acercándose a Jesucristo en la comunión de la Iglesia regresa a lo ordinario de la existencia dispuesto a vivir un poco más extraordinariamente. Esto es propio de la celebración de la fe y en Sumalao tiene el sabor de la libertad reencontrada en la pobreza evangélica del lugar, en la comunión cordial de la multitud, en la amistad de Jesucristo que sana y dignifica…”
En tiempos de pandemia, hablar de un faro, un hogar, un manantial puede ser motivador y estimulante para todos. ¡Ojalá en los brazos abiertos del Señor de Sumalao encontremos el lugar del encuentro con el mismo Dios que ayude al encuentro y la convivencia pacífica en nuestra Salta y en nuestra Patria, que tanto necesitamos!