¿De qué hablamos cuando hablamos de atención?

Por Gabriela Muro

Lic. En Fonoaudiología  MP 176. Magister en Neuropsicología.

La atención es un término amplio que incluye varias tareas. En general, se considera que estar alerta y responsivo a los estímulos del entorno es estar atento. Pero para entender un poco más del tema es necesario decir que según Posner esta compleja función cognitiva tiene 3 circuitos o redes que se van desarrollando y especializando a medida que la persona crece.

En los primeros días de vida, cuando el bebé está despierto y comienza a percibir estímulos del entorno, reacciona con respuestas reflejas de orientación, luego gira la cabeza y los ojos. Esta respuesta refleja después se hace voluntaria a medida que interviene el interés motivacional por un objeto. A los 4 meses los bebés son capaces de desenganchar su atención de un objeto para explorar otro. Hacia los 6 meses comienzan a desarrollar un control interno mediado por sus propios intereses y apenas pueden moverse tratan de alcanzar ese objeto que les gusta para lo cual empiezan a planificar la forma de hacerlo. Así, la capacidad atencional aumenta con la edad. La atención focalizada y el sistema de control atencional maduran especialmente a partir de los cuatro y cinco años, edad en la que el niño necesita inhibir respuestas motoras para poder cumplir con las rutinas académica y sociales del jardín. Las 3 redes atencionales alcanzan su máximo nivel de madurez hacia el final de la adolescencia.

Para entender un poco más diremos que la atención se clasifica de distintas formas; si se tiene en cuenta el tipo de estímulo la atención puede ser táctil, auditiva o visual. Si se analiza el objeto al que se dirige la atención, esta puede ser interna (atiendo a mis sensaciones, dolores y pensamientos) o externa (atiendo a lo que pasa a mi alrededor). Cuando se realiza un estudio de la atención se analizan los mecanismos implicados, tomando el modelo de redes de Posner recién mencionado, y se la divide en los siguientes tipos; alerta, orientación y control ejecutivo, los cuales tienen sistemas anatómicos y funcionales independientes y diferenciados, pero funcionan entrelazados.

Conozcamos a cada uno:

1. Atención sostenida, alerta o vigilancia: es la red que se encarga de alcanzar y sostener un estado de alerta para poder mantenerse vigilante durante largos periodos de tiempo. Su modulador neuroquímico es la acetilcolina. Si esta red falla la persona es incapaz de mantener su atención en una tarea durante periodos de tiempo relativamente prolongados, en ese caso comienza a bostezar, necesita moverse para poder permanecer despierto, de lo contrario se duerme. Este tipo de atención es necesaria para estar alerta en la escuela, en el trabajo o en un curso.

2. Atención selectiva o de orientación, llamada red posterior, porque se localiza en zonas posteriores del cerebro y desde allí interactúa con el resto de las zonas cerebrales. Tiene como modulador metabólico a la norepinefrina. Ella se encarga de la selección y localización de la información del estímulo que ingresa para ubicarlo en el espacio, orienta y genera la conciencia de ese estímulo. Cuando suena una notificación en el celular la respuesta refleja es girar la cabeza o los ojos hacia el lugar donde está el aparato. Luego el sistema de atención selectiva se activa e identifica el sonido para reconocerlo y diferenciarlo como el ingreso de un mensaje o una llamada. Otro ejemplo claro es el juego que hacen los niños de 4 años cuando tratan de encontrar un auto de determinado color. En ese momento la red de atención selectiva se activa para buscar visualmente todos los autos del color requerido mientras casi no atienden a los que no son de ese color.

3. Atención ejecutiva: el sistema de control ejecutivo es aquel componente que se asienta en las regiones anteriores del cerebro y su mediador neuroquímico es la dopamina. Se encarga del reclutamiento y control de estímulos que llegan de las áreas posteriores, los selecciona y luego planifica la exploración ocular de los estímulos en el ambiente y les asigna un valor motivacional. Si volvemos al ejemplo anterior del sonido del celular, dijimos que el sistema posterior detectó el sonido y lo identificó, entonces la red ejecutiva tomará la decisión de examinar a qué fuente corresponde (llamada, mensaje o email) y determinará si es o no importante para ser respondido en forma inmediata, teniendo en cuenta los intereses de la persona que lo recibe. Cuando una persona tiene problemas en este sistema ejecutivo, responde impulsivamente a todos los estímulos por igual, no puede organizar jerarquías de importancia para inhibir las respuestas a los estímulos que no son relevantes. Ahora que conocemos las 3 redes entendemos que cuando la atención se altera, impacta en el rendimiento cognitivo general. Esto puede deberse a distintas causas, por ejemplo en el adulto psicológicas, psiquátricas, vasculares como un ACV, neurodegenerativas como en las demencias y en el niño problemas del neurodesarrollo como el déficit de atención, problemas de sueño, epilepsia o asociarse a alguna alteración como en el trastorno del lenguaje o en el déficit intelectual.

Algunos síntomas a tener en cuenta son:

•No prestar la debida atención a los detalles o por descuido cometer  errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades. •Tener dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas.

•Parece no escuchar cuando se le habla directamente como si tuviera la mente en otra cosa.

•No seguir las instrucciones y no terminar las tareas escolares, los quehaceres o los deberes laborales.

•Tener dificultad para organizar tareas y actividades (por ejemplo, dificultad para gestionar tareas secuenciales; para poner los materiales y pertenencias en orden; descuido y desorganización en el trabajo; mala gestión del tiempo).

•Evitar iniciar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (por ejemplo tareas escolares o quehaceres domésticos; en adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar formularios, revisar artículos largos).

•Pierde cosas necesarias para tareas o el trabajo.

•Se distrae con facilidad por estímulos externos.

•Olvida las actividades cotidianas (por ejemplo, hacer las tareas, hacer las diligencias; en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar las facturas, acudir a las citas).

Otros síntomas asociados pueden ser:

•Juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.

•Se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado.

•Corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado.

•Es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.

•Está “ocupado”, actuando como si “lo impulsara un motor”

•Habla excesivamente.

•Responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta

•Es difícil esperar su turno. •Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros.

No todas las personas que tienen problemas de atención tienen déficit de atención, por lo que es importante antes de hablar de ese diagnóstico, recurrir a la consulta neurológica, sólo el neurólogo puede realizar el mismo.

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