La tradición viva de los ponchos en Seclantás
Por Gabriela Parentis
Arnaldo, “El Terito” Guzmán, es artesano de telares desde que nació se podría decir, lo lleva en sus genes. Comenzó a desarrollar esta técnica gracias a su padre que le presentó desde muy chico esta actividad que iba a ser la pasión de su vida.
En Revista abc, lo entrevistamos para conocer su historia y la de sus ponchos que lo llevaron a la fama, luego de que reconocidos actores, músicos, turistas y personalidades de todo el mundo se llevaran a casa alguno de sus tejidos.
“Soy hijo de Alfonso Tero Guzmán. Me interesaron los telares desde chico, de verlo a mi papá cuando pintaba, ovillaba y eso me atraía y ahí me empecé a tintar, además de las cosas que me mandaba hacer mi padre; en ese entonces hacía desastres embarrándome entero. También me gustaba jugar con los hilos.
Esto era algo familiar, ya viene de mi bisabuelo, hoy trabajo junto a mis hijos, así que tenemos toda una vida junto al telar; comencé de chico, hasta ahora, que tengo 44 años”.
Los característicos paisajes de Seclantás y la amabilidad de su gente hacen que la magia de la Ruta 40, con las casitas impecables y las calles adoquinadas, sea un placer de recorrer. Esta localidad es conocida como la cuna del poncho salteño, y, claro, tiene un por qué, sus producciones son usadas por las más importantes personalidades del mundo. En el caso de Terito y su familia, comenzaron a hacerse reconocidos gracias a su padre, quien le realizó ponchos, por ejemplo, a Juan Pablo II, Alfonsín, Los Chalchaleros, Mercedes Sosa, Soledad, y la lista podría seguir por un buen rato.
Arnaldo, la nueva generación que continúa con el trabajo artesanal, recibió visitas de lujo: Máxima de Holanda, la reina consorte de los Países Bajos, Joan Manuel Serrat, Christophe Krywonis, el jurado de MasterChef, también el periodista Mario Markic, Marley, Lizy Tagliani, el Chaqueño Palavecino y muchos más.
La materia prima que utilizan es la lana de llamas o de ovejas, y sobre el proceso que demanda cada producto contó: “Nosotros acá hacemos lo que es el lavado, el procesamiento y selección de la lana; por ejemplo, si una lana está manchada, se tiñe. Lo que es de llama son todos colores naturales como marrón, gris, beige y negro. Para lo que es de oveja, son colores teñidos con químicos, aunque también se tiñen con tintas naturales como la cáscara de nuez, cebolla, yerba mate y remolacha. Cuando tenemos varios pedidos son dos o tres días de tintura más el proceso, estamos hablando de 24 días hasta tener el poncho terminado”.
El propósito de mantener la herencia está asegurado. Terito tiene tres hijos, el más chico de 3, que lleva el mismo nombre que su abuelo, juega mezclando las tintas o con las madejas, siempre a la par de su papá. También, sus dos hijas mujeres, de 15 y 20 años, colaboran en el planchado, las terminaciones, la decoración de las prendas y la combinación de colores. Además, cuenta con 4 personas que trabajan para cumplir con los numerosos pedidos que tienen. Si visitás el puesto de los Guzmán, vas a encontrar más que ponchos, también chalés, pies de cama, ruanas, caminos de mesa, alfombras, fajas… Mucha gente que elige estos productos y los ubica en su casa manda fotos o le hace comentarios asegurándole que van a cuidar como oro ese tejido. Esto para Arnaldo es una emoción, saber que tejidos hechos por sus manos son alagados y recorren el mundo en manos de tantas personas.