Por Cecilia María Abeleira
Licenciada en Nutrición, MP 036
Certificación Abordaje No Dieta Centro Katz
Actualmente, por primera vez en la historia, la mayor parte de la población tiene una esperanza de vida igual o superior a los 60 años y se espera que para el año 2050, el porcentaje de mayores de 60 años aumente del 12% al 22%.
La tercera edad, ancianidad o edad avanzada representa un segmento muy diverso y heterogéneo, por lo que resulta difícil delimitar su fecha de inicio…podemos decir que abarca desde personas mayores de 65 años autónomas y muy activas hasta ancianos con minusvalías importantes que dependen de ayuda externa.
Se han diferenciado varios grupos dentro de esta población, el primero desde los 65 a los 74 años, un segundo grupo de los 75 a los 80 años y los mayores de 80.
La ampliación de la esperanza de vida ofrece oportunidades, para las personas mayores En esos años de vida adicionales se pueden emprender nuevas actividades, continuar con proyectos, retomar los estudios y antiguos pasatiempos. Sin embargo, el concretar esas oportunidades depende de un factor fundamental: LA SALUD por lo que resulta esencial prestar atención a la alimentación, ya que se trata de una población vulnerable con un mayor riesgo de sufrir desequilibrios, carencias y problemas nutricionales, debido a varios factores como: cambios en la composición corporal, cambios sensoriales (gusto, olfato, vista), problemas de masticación, alteraciones en la digestión, interacción fármaco- nutriente y factores sicosociales relacionados con el cese de la actividad laboral, hábitos alimentarios rígidos y monótonos, mitos y tabúes , dependencia, ansiedad, tabaquismo.
Es importante resaltar que existe una relación recíproca entre nutrición y enfermedad; así por ejemplo se enferman más los ancianos desnutridos y se desnutren más los ancianos enfermos. Por otra parte, un estado nutricional adecuado contribuye positivamente al mantenimiento de la función de los diferentes órganos y sistemas y en tener una mejor calidad de vida.
Recomendaciones:
La alimentación del adulto mayor debe ser variada y completa: cubrir los nutrientes esenciales: hidratos de carbono, proteínas, grasas, minerales y vitaminas, y también incorporar regularmente alimentos ricos en fibras.
Consumir preferentemente carnes blancas, como pollo, o pescado, y con menor frecuencia carnes rojas magras.
Vegetales de todos los colores (ideal que ocupen la mitad del plato) crudos o cocidos, de forma diaria.
Lácteos (fuente de proteínas y calcio) preferentemente descremados.
Legumbres, según tolerancia ya que son una buena fuente de proteína vegetal.
Moderar el consumo de harinas y granos y combinarlos siempre con verduras.
Evitar el uso excesivo de sal y azúcar, e incluir un consumo mínimo de dos litros de agua diarios (IMPORTANTE ya que muchas veces el mecanismo de la sed se ve alterado).
En cuanto a la forma de cocción preferir alimentos preparados al horno, a la plancha o cocidos al vapor.
La última comida debe ingerirse entre las 19:00 y 20:00 horas y permanecer activo, a lo menos, hasta una hora antes de acostarse.
Evitar los ayunos prolongados; ingiriendo, en lo posible, cuatro comidas diarias (desayuno, almuerzo, merienda y cena).
Mantener un peso saludable teniendo en cuenta la talla y la edad.
En conclusión una alimentación adecuada es el primer paso para lograr una buena calidad de vida en la vejez, siempre enmarcada dentro de un estilo de vida saludable, que incluye también la práctica regular de ejercicio según la condición física individual y el abandono de hábitos perjudiciales (tabaco, alcohol, auto medicación), sin olvidar la importancia de mantener la mente ocupada en actividades lúdico-recreativas.